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Los orígenes de la festividad del patrón

San Pedro, de agua y fuego

La ciudad celebra hoy el día del Apóstol, patrono de Gijón al menos desde el siglo XIII y al que antes se honraba con faroles y hogueras

San Pedro, de agua y fuego

Agua y devoción para honrar al patrón. Los gijoneses celebrarán hoy uno de los días más importantes de la ciudad, la festividad de San Pedro, no pocas veces cuestionada a lo largo de los años y, con todo, superviviente y buen exponente del fervor local por su santo patrono, pescador y marinero, como la esencia de la villa. Con la misa solemne, marcada este año por las distancias, los aforos y los geles desinfectantes, se llevará a cabo el singular rito de la bendición de las aguas, que según la tradición popular protege a los bañistas y que hasta hace unas décadas marcaba el inicio de la temporada playera en San Lorenzo.

Pero la bendición de las aguas, uno de los ritos más visuales y queridos de la fiesta de San Pedro, era antes parte de las celebraciones de San Juan. Hasta los años 70 del siglo pasado, la bahía de San Lorenzo se bendecía con gran pompa y boato el 24 de junio, y era entonces cuando, según recogen las crónicas de la época, los gijoneses ya se bañaban encomendados a la protección del Bautista. Posteriormente, y comoquiera que San Pedro era desde tiempos inmemoriales el patrón de la villa, la bendición acabó asimilándose al día 29, y así ha venido siendo en las últimas cinco décadas, tal y como recuerda el historiador Luis Miguel Piñera.

Hoy en día es la fiesta mayor del patrón, pero San Pedro ya venía siendo la fiesta más solemne de Gijón al menos desde el siglo XVII. Agustín Guzmán Sancho, en su "Historia de la Iglesia de San Pedro Apóstol", asegura que el origen del patronazgo de San Pedro quedó establecido en 1630 por bula pontificia del papa Urbano VIII, quien declaró que "serán patronos de parroquias, villas y ciudades los que hubiesen venido siendo venerados como tales por costumbre inmemorial, o al menos centenaria, aunque nada constase por escrito, si se supiera la fecha de tal elección". De este modo se reconocía a San Pedro como patrón de la ciudad, pero Guzmán Sancho apunta cómo ya en el siglo XIII se hablaba del apóstol como patrono de la iglesia de Gijón (la única que había entonces), y "tenemos pruebas documentales de ello desde 1507".

La fiesta llegó a tener tal solemnidad que el Ayuntamiento, en sesión de 1 de julio de 1651, acordó "luminarias en la torre y haciendo hogueras la víspera de San Pedro de noche, y se hagan vísperas solemnes y el día procesión por todo el lugar, y si para ello le pareciese, se prevengan algún adorno de danzas o gaita, lo hagan y traigan ramos y espadañas para la dicha iglesia, y que se haga esta fiesta y que del santo, con tal solemnidad por primera vez, que todos los años se hiciera fiesta", añade Luis Antuña Maese, miembro de la Asociación de Amigos de la Iglesia Mayor de San Pedro.

Fue en esos años cuando se adquirió la costumbre de hacer fiesta anual en honor del patrono, y por ejemplo, en 1659, la celebración tuvo un coste de 458 reales. Y en 1663 se gastó un dineral en artículos como "los fuegos que vinieron de Oviedo (?), seis ruedas de disparar, seis guirnaldas de 25 cuentas cada una, otros 50 voladores ordinarios, 52 carretillas o dos volatines de cuatro tiempos cada uno". El ágape posterior a las autoridades, con la asistencia de representantes municipales y del clero, no se quedó a la zaga: se adquirieron para la ocasión 125 libras de confitura, manzanas y cerezas. También hubo aquel año velas y luminarias en las torres y en el Ayuntamiento, hogueras junto a los mismos edificios, gaitero y velas a discreción.

Todo un homenaje que se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos, aunque este año sea de forma más austera y con las distancias que marca la nueva normalidad. En todo este tiempo se han solventado varios intentos para que la Virgen en su advocación de Begoña fuera la patrona de la ciudad, y la representación municipal ha desaparecido de los primeros bancos de la eucaristía solemne desde el año pasado. Este año, recuerda el párroco Javier Gómez Cuesta, 300 personas como máximo y todos con mascarilla, manteniendo las distancias de seguridad o a través de Youtube. Pero a partir de las 12.30 horas, la devoción por San Pedro y la bendición de las aguas será la misma. Como viene siendo desde hace siglos.

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