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Tresa estrena su nueva nave en Lloreda, en la que ha invertido 8 millones de euros

El fabricante gijonés de ascensores mantendrá su factoría en Porceyo para los proyectos de instalación a medida en edificios viejos

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Tresa estrena su nueva nave en Lloreda

Ascensores Tresa, compañía gijonesa de fabricación, instalación y servicio de mantenimiento de elevadores, ha estrenado sus nuevas instalaciones en el polígono industrial de Porceyo, una nueva factoría en la que la compañía va a invertir ocho millones de euros y que le permitirá triplicar su capacidad de fabricación, según explica su director general, Daniel Fernández.

Se trata de un proyecto que permite sortear las limitaciones que por cuestión de espacio tenía en su primera nave del polígono industrial de Porceyo esta empresa familiar asturiana, fundada por Gonzalo Suárez Fernández, que cuenta en la actualidad con una plantilla de 200 trabajadores que se va a incrementar a lo largo de este año y que posiblemente aumentará aún más en el futuro a medida que crezca su volumen de producción.

Frente a los 2.500 metros cuadrados de los que la empresa disponía en su nave de Porceyo, pasa ahora a unas instalaciones de 8.000 metros cuadrados en Tremañes, donde desarrollará su actividad principal. La compañía mantendrá la nave de Porceyo para fabricar ascensores a medida, algo necesario para encajarlos en edificios antiguos que se construyeron sin elevador.

La inversión de la compañía gijonesa no solo incluye la adquisición de los terrenos hace ya varios años a Sogepsa y la edificación de la nueva nave en Lloreda, sino también la compra de nueva maquinaria, entre ella una cortadora láser que también clasifica las piezas y dos modernas plegadoras eléctricas, que se sumarán a los equipos de fabricación con los que ya contaba la empresa. La inversión en maquinaria representa cerca de una quinta parte de la suma total del proyecto.

Tresa pudo arrancar las obras en Lloreda a finales de 2018, tras una ardua tramitación de la licencia administrativa para que pudieran entra las máquinas a trabajar. La compañía ya pudo comenzar a trabajar en sus nuevas instalaciones a finales del pasado mes de febrero, si bien aún está ocupando solo una de las plantas de edificio. Está previsto que la instalación ya esté plenamente operativa entre los meses de julio y agosto, debido a los retrasos provocados por la pandemia del coronavirus.

No se trata de retrasos en la actividad fabril de Tresa, que apenas estuvo dos días parada por el estado de alarma, ya que el Gobierno permitió continuar la actividad a industrias netamente exportadoras, como es su caso. La pandemia sí afectó al remate de las obras en la planta baja del edificio, que es la parte que queda pendiente del nuevo proyecto.

Ascensores Tresa salió fortalecida de la última gran crisis económica. Había hecho sus primeras ventas en el exterior en 1998, pero el boom de la construcción en España absorbió toda su capacidad de producción en los años siguientes. Eso hasta el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que le obligó a buscar nuevos mercados a partir de 2007 y hoy en día destina alrededor del 60% de su producción anual a la exportación a Europa, Latinoamérica, el norte y centro de África y Australia. Esa diversificación de mercados es ahora una de sus fortalezas.

En su nave de Porceyo la empresa podía fabricar hasta 1.000 elevadores anuales. Con sus nuevas instalaciones triplica esa capacidad. No se trata de que vaya a pasar de golpe a vender 3.000 ascensores al año. En 2020 ya va a romper el techo que tenía en Porceyo y contratar nuevo personal, pero el crecimiento será paulatino a lo largo de los próximos años, apunta Daniel Fernández.

En Lloreda Tresa no sólo estrena nuevas instalaciones, sino también nueva filosofía de fabricación, entrando de lleno en el sistema Lean Management (sistema ideado por Toyota en los años 70 que se basa en una mayor integración del operario con la máquina), que es el habitual en las fábricas de automóviles y de aviones y que permite optimizar los recursos.

Una de las claves del crecimiento de Tresa está en la innovación, con el desarrollo de proyectos con Idonial. Entre los que actualmente tiene en marcha están uno destinado al mantenimiento preventivo de averías, anticipándose a que se produzcan mediante una gestión remota de los elevadores y otro proyecto para la gestión digital por los usuarios del ascensor, pudiendo, por ejemplo, programar a través del teléfono móvil que esté a una determinada hora en una planta.

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