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Teresa Bobes, ayer, en su consulta.

Teresa Bobes | Psicóloga clínica, habla hoy en las Jornadas de salud mental del recinto ferial

“La pandemia ha disparado los trastornos alimenticios y las autolesiones en jóvenes”

“Por cada suicidio hay entre seis y diez personas directamente implicadas en el duelo; se silencia, pero es fundamental que se hable de ello”

Terrores nocturnos, pataletas injustificadas, apego inusual hacia algún familiar, sedentarismo. Los problemas de salud mental entre niños y adolescentes no siempre se manifiestan de igual forma que en los adultos y siguen rodeados de un estigma reforzado por la todavía poca comunicación entre entornos educativos y sanitarios. Esa separación intentará empezar a diluirse hoy en las tres mesas redondas de las Jornadas de Salud Mental en el Ámbito Educativo, organizadas por el Colegio de Enfermería de Asturias, y que contará hoy con la intervención de la psicóloga clínica Teresa Bobes Bascarán, que hablará del espectro de las conductas suicidas.

–¿Qué se entiende por conducta suicida?

–Es un constructo, un espectro que va desde las ideas de muerte hasta lo más extremo, que sería el suicidio. Y una de las conductas suicidas que se da en la adolescencia y que nos preocupa mucho son las autolesiones, que no tienen por qué tener una finalidad autolítica de hacerse daño pero que asusta. Lo más típico son los cortes con cuchillas, y muchas veces los jóvenes lo hacen como una forma de pedir ayuda o por los efectos que esta conducta tiene en el propio cuerpo, que provoca una descarga de endorfinas.

–Con la eclosión de las redes sociales la difusión de estas conductas, junto a los trastornos alimenticios, fue muy habitual. ¿Han vuelto tras la pandemia?

–Con la aparición de redes sociales como Instagram se vio un incremento muy bestia de este tipo de conductas, sobre todo a partir de 2015, por el efecto contagio y la sensación de pertenencia de sentirte un rebelde, un “outsider”. Las autolesiones siempre han estado ahí, pero cuanto más se difunden a más gente se le puede ocurrir hacer lo mismo, y en pandemia hubo más tiempo libre para encontrar estos grupos en redes. Con los trastornos alimenticios, lo mismo, ciertos foros fueron un clásico total en redes hace años y a raíz de la pandemia mucha gente se tiró al ejercicio y la alimentación. Si te metes en internet y buscas cómo perder peso, acabas llegando a ese tipo de contenidos problemáticos. Ambas conductas se han disparado.

–Se dice que los niños han sido las grandes víctimas de la pandemia en cuanto a salud mental. ¿Tardarán en notarse las consecuencias?

–Claro. Los niños tenían que quedarse en casa. Podían salir hasta los perros, pero los niños no. Como suele pasar en tiempos de crisis, se tomaron decisiones erróneas y de una brutalidad injustificada. Habrá que ver a medio o corto plazo cómo se desarrolla. Ahora hay jóvenes que a raíz de no querer quitarse la mascarilla caen en la evitación social, que han caído en hábitos mucho más sedentarios, que pasan más tiempo con las pantallas... Va a costar mucho volver a lo de antes.

–Los niños de menor edad suelen mostrar su tristeza con enfado.

–Sí, no tienen instrumentos para comunicar lo que sienten, por eso en niños son habituales las somatizaciones, que les empiece a doler la tripa y la cabeza y no quieran ir al cole. Un signo de la depresión en la infancia es la irritabilidad, sí, y también conductas regresivas, que el niño vuelva a hacerse pipí en la cama cuando ya no lo hacía, por ejemplo. El panorama ahora es serio porque los niños están expuestos a mucha información que no saben digerir. Me parece aberrante, por eso, que un niño vea el telediario, solo va a generarle pesadillas. También creo que el uso de pantallas debería hacerse con supervisión paterna y que la prevención empieza en casa, generando espacios de confianza. Preguntarles cómo les ha ido el día les hace sentirse importantes y escuchados, el móvil, no.

–Ahora Asturias tiene una asociación de familiar de víctimas de suicidio, “Abrazos Verdes”.

–Sí, me enteré que existía por una paciente y me alegré muchísimo y ahora siempre la recomiendo en consulta. Las asociaciones son fundamentales porque cubren un espacio al que no llegamos, el comunitario. Si nos olvidamos de que somos individuos en sociedad, no hacemos nada. Por cada suicidio hay entre seis y diez personas directamente implicados y son muertes tsunami, crean mucho malestar, los duelos pueden complicarse. Es fundamental que se hable de ello porque muchas veces se silencia por vergüenza o por el temor a ser juzgados.

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