Natalia Álvarez Alvargonzález | Psiquiatra infantil y ponente de las jornadas del Codepa

Natalia Álvarez, psiquiatra infantil: "Las redes son un altavoz bueno y malo de la salud mental; los jóvenes necesitan pautas"

"No debemos aplicar los criterios diagnósticos de adultos a los adolescentes; hay conductas que pueden parecer patologías y no serlo"

Natalia Álvarez

Natalia Álvarez / Marcos León

La psiquiatra infantil Natalia Álvarez Alvargonzález (Oviedo, 1993), asignada al área sanitaria III de Avilés, fue una de las ponentes de la jornada sobre salud mental en adolescentes organizada por el Colegio Oficial de Enfermería del Principado de Asturias (Codepa) en la Escuela de Comercio.

–La mesa redonda en la que participó se titulaba "Patología adolescente o adolescencia como patología". ¿Por qué el juego de palabras?

–Porque hay que tratar de separar lo que es una adolescencia normal a la que sí se presenta con patologías. A veces, en estas edades, hay conductas que llaman la atención y que pueden parecer que son patologías cuando no tienen por qué serlo. También es interesante explicar, con los cambios de los adolescentes de los últimos años, qué podemos considerar hoy patología y qué no.

–Ahora que parece que la adolescencia empieza antes y termina más tarde.

–Según la OMS, puede durar hasta los 25 años. Pero ha habido un cambio de paradigma con la adolescencia, sobre todo, porque cada vez tiene funciones más diferenciadas de los adultos. Ya no se pasa de la niñez a la vida adulta, y ahora el periodo de incorporación a ella se prolonga más en el tiempo. Vivimos en un mundo más laxo.

–¿Cómo cambia la atención de pacientes cuando tienen unas edades en la que todo se vive tan intensamente?

–Uno de los compañeros de la mesa explicó eso mismo muy bien, porque dijo que a estas edades las estructuras cerebrales relacionadas con las emociones estaban muy desarrolladas y el neocórtex, la parte del cerebro que controla la función ejecutiva, mucho menos. De ahí surge esa intensidad y los cambios de ánimo propios de esas edades. Los adolescentes son muy vitalistas, tienen un gran sentido de la justicia, y son muy llamativos a la hora de expresarse. Lo viven todo mucho.

–¿Eso hace que sea más complicado diagnosticar un problema de salud mental?

–Bueno, sí, porque hay que saber y poder hablar con ellos. No puedes tener una consulta breve con los adultos. Y tienes que saber ponerte a su nivel, entender su lenguaje, y darnos cuenta de que estás hablando con una persona que se está construyendo, porque la personalidad no termina de desarrollarse hasta que se supera la adolescencia. En ese sentido, no le podemos diagnosticar aplicando exactamente los mismos criterios que usaríamos ante un adulto.

–Los jóvenes están en general más concienciados sobre la salud mental. ¿Hay riesgo de que banalicen el problema y se autodiagnostiquen?

–No sé si usaría la palabra banalizar, pero en esa idea de la intensidad de la adolescencia la sobreinformación a la que los jóvenes suelen tener acceso tampoco es buena. Está bien que puedan informarse, pero dejando lugar a la reflexión. En consulta vemos a adolescentes, pero también adultos, que llegan y te dicen que tienen un trastorno de estrés postraumático sin cumplir casi ningún criterio para ello. Con tanta información disponible en internet, no toda buena, a veces es difícil desmontar algunos discursos.

–Otro temor sobre este tema es crear un efecto llamada.

–Existen los llamados efecto Werther y efecto Papageno. Y depende de cómo se miren. El efecto Werther habla de ese riesgo del efecto de llamada por imitación. El de Papageno, apuesta por la idea de que conocer ciertas cosas, en realidad, me puede evitar repetirlas. La realidad es que depende. Hay informaciones en internet que no tratan debidamente el suicidio y, si se hace una lectura sesgada del problema, sí, puede crearse efecto llamada. Pero también es cierto que hablar de la salud mental, si se hace bien, tiene un efecto protector. Las redes sociales, en este sentido, pueden ser un altavoz bueno y malo, pueden provocar ambos efectos. Somos los adultos los que tenemos que dar las pautas correctas a los jóvenes.

–¿Ha notado el aumento de problemas de salud mental en su centro?

–Aumentaron bastante las derivaciones este verano, sí. También creo que puede deberse a que ahora hay más concienciación y a la propia demanda de la población, así que llega un momento en el que ya no sabes qué es mejor. Está bien que los jóvenes lleguen a nuestra consulta porque así podemos verles y tratarles, pero también es verdad que el volumen de demanda está cogiendo un ritmo increíble.

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