Entrevista | Raquel Lanseros Poeta, presenta mañana su nuevo libro, «El sol y las otras estrellas»

"La poesía siempre da cuenta de todo lo pequeño que no tiene altavoces"

"Vivimos tiempos cínicos y descreídos en torno a los sentimientos; hablar de amor hoy en día es una suerte de resistencia y rebeldía"

Raquel Lanseros.

Raquel Lanseros. / LNE

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, 1973) estará mañana a las 19.15 horas en el Antiguo Instituto para conversar en la Feria del Libro junto a Rodrigo Olay de su último poemario, "El sol y las otras estrellas", con el que ha sido distinguida con el Premio Generación del 27. Poeta y traductora, vuelve a estar presente en Gijón, de nuevo con la promoción de la poesía, un género que reivindica y para el que reclama más visibilidad.

–¿Qué importancia le da a que se abra un espacio a la poesía en una Feria del Libro?

–Toda. Eso quiere decir que desde la programación se tienen en cuenta criterios heterogéneos, que abarcan todo tipo de libros dirigidos a todo tipo de públicos, pero también los géneros literarios. La presencia de la poesía da fe de esa pluralidad que representa la Feria del Libro de Gijón.

–¿Qué supone haber ganado el Premio de Poesía Generación del 27?

Siempre un premio es una gran satisfacción. Y en este caso tiene el plus de llevar de esa generación de poesía en español del siglo XX, que además fue la que sufrió en carne propia el tremendo problema histórico de la desgracia de la Guerra Civil. O como decía Lorca, que esa generación de vanguardia tuvo que volver a armarse. Simbólicamente significa mucho y es un faro para todos los que venimos detrás. Son un referente de calidad, estética y vanguardia, pero también de esa estética que nace de la ética. Por eso el honor no puede ser mayor.

–¿Por qué influencia se ha llevado especialmente en este nuevo poemario?

–Es un libro muy plural. Es de amor, que es un tema inevitable a lo largo de la historia de la literatura y la poesía. De la generación del 27 hay un poema de Federico García Lorca. Pero aparece Kafka, Novalis o Alfonsina Storni. Y también Juan Ramón Jiménez, Borges o Shakespeare. Es un libro que aspira humildemente a situarse en esa larga cadena de poesía amorosa. Pero también tiene una reivindicación implícita, porque vivimos en tiempos escépticos, cínicos y descreídos en torno a los sentimientos. Hablar de amor hoy en día es una suerte de resistencia y rebeldía, porque no está de moda, no es lo que más se trata de vender desde todo lo que observa un ciudadano. Pero la poesía siempre da cuenta de lo pequeño, que no tiene tantos altavoces.

–¿Por qué más recomendar la poesía?

–Desde el albor de la civilización de cualquier pueblo está presente. Se puede recomendar hasta desde un punto de vista lingüístico o musical, y como decía Unamuno hay mucho de pensamiento y no solo de sentimiento. Los seres humanos no somos los únicos en experimentar, y las enseñanzas del pasado continúan estando vigentes en el presente, y es importante sentirse heredero de esa larga cadena, que nos da una perspectiva del tiempo, el espacio y la existencia.

–Su otra faceta, la traducción, que permite descubrir la poesía, pese a los riesgos que entraña. ¿Está bien reconocida?

–Y tanto que entraña riesgos. La traducción poética ya se sabe cuando se aborda que va a ser una aproximación. No existe la exactitud, porque hay que bailar entre la forma y el contenido. Me gusta mucho la traducción, porque soy una enamorada de las palabras propias y ajenas. Como decía Saramago la literatura universal los únicos que la practican son los traductores. Ahora mismo estoy disfrutando la poesía la poesía de Margaret Atwood, y considero que es una aventura que es una aventura muy enriquecedora, porque no deja de ser una investigación en la misma raíz del lenguaje y sus posibilidades.

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