Sonidos ancestrales hechos a mano: "Antes no tenían tecnología, pero sí mucha pericia"

El músico y lutier Abraham Cupeiro ofrece una charla sobre instrumentos medievales

Abraham Cupeiro, haciendo sonar un cuerno

Abraham Cupeiro, haciendo sonar un cuerno / David Cabo

Unos "primeros auxilios" para fabricar instrumentos de viento en casa. El músico y lutier Abraham Cupeiro llenó ayer la sala que le habían reservado en el museo de la Campa Torres para enseñar trucos sencillos que se usaron durante siglos, y en realidad hasta hace bastante poco, para hacer instrumentos de manera artesanal. "Nosotros tenemos la tecnología, pero ellos, antes, la gente tenía muchísima pericia y mucho conocimiento que se transmitía de manera oral. Veían y aprendían", explicó el músico.

La charla se enmarca en la muestra "Canteros del sonido", que reúne instrumentos medievales fabricados a partir de remodelaciones 3D de iconografías halladas en iglesias y para la que el propio Cupeiro fabricó un cuerno de macho cabrío. Para su primer consejo de ayer se sirvió de una materia prima muy simple: una pajita desechable y compostable. El gallego explicó que, si se muerde con las muelas en un extremo y se "aplana" la zona mordida con los incisivos, la pajita es ya una pequeña flauta. Hay que soplar bien, "encapsulando" el extremo mordido en la boca, y hay que asegurarse de que la zona mordida se reserve un mínimo espacio para que pueda correr el aire, pero suena. Ayer Cupeiro hizo sonar la suya a la primera, y luego sacó otras dos que hizo en casa, con más mimo, y las tocó a la vez: en el salón de la Campa, con la acústica que le daba su ubicación de semisótano, sonaban igual que una gaita. Otro truco: cuanta más corta es la pajita, más agudo es el sonido que emite. Cupeiro hizo la prueba mientras soplaba e iba cortando con unas tijeras: el sonido se fue agudizando hasta que la pajita se deshizo entera. "Funciona, pero el problema es que te quedas sin instrumento", bromeó. Aunque no sonaban tan bien como la del experto, todos los asistentes lograron que su pajita "funcionase".

Sonidos ancestrales hechos a mano

La conferencia. / David Cabo

El lutier habló también sobre cómo se fabricaban antes cuernos medievales y gaitas antiguas. Él, además, tiene una pequeña joya: un cuerno que Carlos Tallón, conocido suyo, encontró en el monte cerca de su Sarria natal. Lo halló entre escombros y muebles rotos, así que pertenecía seguramente a una casa abandonada y derruida, pero todo apunta, también, a que durante muchos años estuvo muy bien cuidado y que ha llegado a nuestros días porque formó parte del legado familiar. "Tiene marcas de mordeduras de ratones y huele a humo: seguro que estuvo mucho tiempo guardado en el tejado de un desván. Los agujeros están también muy pulidos, así que se tocó mucho", explicaba él ayer.

A su juicio, la exposición de "Canteros del sonido" de la Campa es también un homenaje a estos ancestros que fabricaron y cuidaron durante siglos instrumentos hechos a manos. En zonas como la suya, y en general en cualquier aldea del noroeste español, esta herencia cultural se mantuvo mejor porque sus habitantes esquivaron un proceso industrial que eliminó muchas tradiciones. Pocos como Cupeiro han logrado hacer de ello una carrera profesional –el pasado marzo actuó en el Campoamor de Oviedo y acaba de anunciar decenas de nuevos conciertos–, pero para el gallego la música antigua es, más que una forma de nostalgia, "una verdadera ventana al pasado" y una manera de honrar a generaciones de –en este caso– gallegos y asturianos que con sus manos y aprendiendo por observación eran capaces de crear arte con objetos cotidianos.

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