Una de las citas clave de la cultura local

Lleno de aforo en el arranque del Festival de Música Antigua: "Es ya referente"

La Orquesta de Cámara de Siero acompaña a Abraham Cupeiro y Héctor Braga en un aplaudido homenaje a los cantares populares

Actuación de la Orquesta de Cámara de Siero, dirigida por Manuel Paz.

Actuación de la Orquesta de Cámara de Siero, dirigida por Manuel Paz. / David Cabo

El lleno de ayer en el Antiguo Instituto y el hecho de que la venta anticipada de entradas para todos los conciertos de la semana –aún se pueden comprar a diario en taquilla– se hayan agotado muestra, a juicio de los organizadores, que el Festival de Música Antigua de Gijón es ya una cita "muy consolidada" en el programa musical de la ciudad y un "referente" del sector a nivel nacional. Así lo defendieron ayer, minutos antes del concierto inaugural, la edil Montserrat López Moro y Eduardo Saldueña, responsable de un festival que se presenta este año con una temática especialmente llamativa por situarse en un "contexto de investigación" con el telón de fondo de "Canteros del sonido", una muestra ya disponible en la Campa Torres que acoge varios instrumentos medievales recreados a partir de la iconografía de iglesias asturianas. Esos instrumentos, de hecho, fueron ayer los grandes protagonistas gracias a las expertas manos de los polifacéticos Héctor Braga y Abraham Cupeiro, que hicieron sonar las músicas de hace siglos con el acompañamiento de la Orquesta de Cámara de Siero, dirigida por Manuel Paz, quien es, también, el comisario de la exposición.

Lleno de aforo en el arranque del Festival de Música Antigua: "Es ya referente"

Público asistente al concierto. / David Cabo

Fue Paz y sus músicos los encargados de iniciar un concierto que acumuló colas desde más de media hora antes de su inicio y que dejó a varios interesados sin asiento. Recomienda Saldueña que para estos días, con la apertura de taquillas a partir de las 17.00 horas, los asistentes acudan con la mayor prontitud posible para asegurarse una entrada. Tras una primera actuación de la orquesta en solitario, que interpretó "Cantiga de luz", de Flores Chaviano, decidió el asturiano Héctor Braga salir al escenario mientras tocaba la gaita y acompañado por un tamborilero. La gaita era la que se recreó para "Canteros del sonido" y que emula la representada en la iglesia de San Jorge de Manzaneda de Gozón y que fabricó el lutier Chus Solís. "Esta gaita se tocaba en el siglo XII. Ya pasaron unos años, eh", se presentó ante el público. Con "Esconxuraos", Braga hizo un homenaje a la fiesta de Llanera del mismo nombre y a la leyenda que la explica, que se remonta al siglo XV y que cuenta que durante años todo el concejo fue excomulgado por su mala relación con el cura del pueblo, don Guillén. La tocó con una rota, la que se recreó a partir de la iconografía sacra de Santiago de Arlós de Llanera, y que, reconoció, es difícil de tocar porque tiene cuerdas a ambos lados y, separadas por la madera, el intérprete que la toca tiene que escoger a qué lado mirar. "No me extraña que se extinguiera; es muy poco práctica", dijo mientras la probaba. Braga cerró su intervención con "Camino Primitivu" –que recuerda el dicho ovetense de "quien va a Santiago y no va al Salvador, ve al criado y olvida al señor"– tocada con una viola de arco y con "Gaita de Pachín", con la que buscaba "picar" en broma a Cupeiro, gallego. Esta canción, con un evidente doble sentido, habla de un gaitero que no ligaba porque su gaita gallega era vieja, hasta que se compra una asturiana nueva que toca "toda la noche".

De las canciones interpretadas por Cupeiro, por su parte, destacó un pase en directo del ya icónico "Armenia", una canción que homenajea la música tradicional y milenaria de este país. El gallego tocó, también, un cuerno medieval –fabricó uno para la exposición de la Campa– y más de media docena de instrumentos recreados a partir de las influencias rumanas. El público se quedó especialmente sorprendido con cómo el artista fue capaz de tocar, con un instrumento de viento sin agujeros, una melodía que parecía rebosar de notas.

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