Último adiós en Somió a Fernando Álvarez, un "hombre comprometido que vivió para Gijón"

La parroquia de San Julián despide al aparejador con el Coro "Manín" de Lastres y la lectura por parte de un nieto de uno de sus sonetos

El funeral por Fernando Álvarez López (en el círculo) en Somió.

El funeral por Fernando Álvarez López (en el círculo) en Somió. / P. P.

Pablo Palomo

Pablo Palomo

"Fue un hombre que hizo ciudad". Estas fueron algunas de las palabras que seleccionó Javier Gómez Cuesta para despedir ayer al aparejador y uno de los fundadores de la Confederación Asturiana de la Construcción (Asprocon), Fernando Álvarez López, fallecido el 3 de julio a los 99 años. Lo hizo el párroco de San Pedro en San Julián de Somió, un templo que se quedó pequeño para acoger a tantos buenos amigos que dejó Álvarez López, quien no solo dejó su sello en centenares de viviendas en Gijón, entre ellas las "mil quinientas", sino que se prodigó mucho en la vida social de la ciudad al haber sido vicepresidente de la Cocina Económica durante muchos años. También en las letras –y en la teología– se adentró "esta aleación perfecta de ferrolano y gijonés", como le describió Gómez Cuesta, ya que llegó a publicar un libro de poesía llamado "Poemas de Gijón". Guillermo Tellado, uno de sus cinco nietos, leyó un soneto sobre la Pasión en la capilla de la Soledad en Cimadevilla para cerrar la eucaristía. "Fuiste buen marido, buen padre, buen abuelo y buen tío", afirmó antes de leer el poema.

Gómez Cuesta cambió San Pedro por San Julián para oficiar el último adiós a Fernando Álvarez. El funeral contuvo momentos de mucha emoción, no solo por las palabras del párroco o por la intervención del nieto de Álvarez López, sino porque buena parte de la misa contó con partes cantadas gracias al Coro "Manín", de Lastres. Gómez Cuesta describió a Fernando Álvarez López como "un hombre comprometido, que hizo ciudad. No solo vivió en la ciudad, sino también para la ciudad, que es una dimensión importante", afirmó. Lo dijo no solo por su trabajo como aparejador, sino por el papel que desempeñó en la Cocina Económica. También resaltó su impronta en el Club de Regatas, que contribuyó a impulsar, y en el Club de Tenis del que era miembro.

El párroco de San Pedro prestó mucha atención al trato que dispensó Fernando Álvarez López a su viuda, Paquita Castro. "Fue un hombre que vivió ‘empaquitado’, que es una forma de decir que el amor de su esposa lo llevaba tan dentro que movía su vida", sostuvo el religioso, quien elogió como llevó Fernando Álvarez López la enfermedad de su difunta esposa. El párroco destacó además el perfil de "cristiano inquieto" que tenía el gallego, del que dijo que "nunca llegó a perder su acento". El cura recordó la inquietud del aparejador por cuestiones teológicas y su participación en diferentes tertulias por la ciudad. "Era un hombre preocupado por saber, inquieto, al que le gustaba aprender", zanjó Gómez Cuesta para despedir a Fernando Álvarez López.