El Evaristo Valle inspira a los pequeños artistas: "Es una cita muy familiar"

Decenas de niños derrochan imaginación en el certamen de dibujo de la asociación vecinal de Somió

Rocío Canas

Ilusión, alegría y, sobre todo, mucha imaginación. Esos fueron los ingredientes que ayer se pusieron sobre los jardines que rodean al Museo Evaristo Valle para disfrutar del certamen de dibujo y pintura "Carmen de Somió 2024" que cada año impulsa la asociación de vecinos para que los más pequeños den rienda suelta a su lado más artístico pintando al aire libre. "Está como loca, venimos todos los años y siempre está esperando a que llegue este día. No quiere ir de vacaciones si coincide con este certamen", aseguraba ayer Carmen Méndez Castro mientras su hija Pilar comenzaba a darle brío a los colores.

La actividad, que volvió a contar con decenas de niños, se inició en el año 2000 y desde entonces no ha parado de ganar adeptos. "Pueden ser socios de la asociación o pueden no serlo, pero la mayoría de los participantes son de Somió, que nos conocemos y que incluso cuando fueron ellos niños participaron y ahora vuelven con sobrinos, o hijos; siguiendo un poco así la tradición familiar", describe la presidenta de la asociación de vecinos San Julián sobre esta cita clásica el verano que cuenta con la colaboración, además, del Ayuntamiento de Gijón, Caja Rural de Asturias, ArboGis, Lainopia Eduación Artística y Librería La Buena Letra.

Bajo las grandes ramas que cubren una de las fuentes del jardín está Gaia Díaz Lemoire. Con gran ilusión, la pequeña explica que su obra busca transmitir "la belleza de la irregularidad de las cosas", haciendo referencia a uno de los elementos que se observan al transitar por los jardines. Estos jóvenes artistas encuentran en la pintura una forma de divertirse, dejar volar la imaginación y pasar tiempo con su familia, como Erica Iglesias que ayer por la tarde disfrutó dibujando y recordando todo lo aprendido en sus clases de pintura.

Tras los divertidos momentos vividos en el jardín, los niños que participaron en el concurso recibieron un diploma de participación, junto con un pequeño obsequio. Y posteriormente, antes de finalizar la jornada, llegó uno de los momentos más esperados por todos, en el parque rural de Don Pío, a escasos metros del museo. Todos los asistentes disfrutaron de una merienda en la que los protagonistas fueron los churros con chocolate. La aspiración de este certamen no es otra que la de "dar a conocer un museo tan importante como este, un valor que hemos de conservar", transmite Lafuente, además de que los más pequeños disfruten con su imaginación. A través de las pinturas, los lienzos y los caballetes buscan inculcar en los niños y niñas el respeto y el cuidado por el museo, y la naturaleza.

Actividades como estas las organizan desde el colectivo vecinal a lo largo del año e involucran también a los mayores. "En octubre hacemos un homenaje a las personas mayores, y es dónde más nos involucramos todos, participamos toda la junta directiva, aportamos ideas, estamos para ayudar", resuelve Lafuente.

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