La procesión marinera del Carmen desata el fervor en Gijón: "Se echaba de menos"

Miles de personas abarrotan el centro para ser partícipes de una cita que no se celebraba desde los años 70

La procesión marinera del Carmen desata el fervor en Gijón: "Se echaba de menos"

Nico Martínez

Tras más de medio siglo sin celebrarse, la procesión marinera del Carmen recuperó todo su esplendor este lunes en Gijón. Lo hizo gracias a los miembros de la renovada Cofradía de Nuestra Señora del Carmen de Gijón, que fueron los encargados de impulsar un recorrido que arrancó en la parroquia de San José y llegó a la iglesia de San Pedro una hora después de haber surcado las aguas del Cantábrico. «No hay palabras para describir lo que hemos vivido en el barco con la Virgen y con tantas embarcaciones tocando las bocinas a nuestro alrededor», aseguró, emocionado, el hermano mayor de la entidad, Álvaro Fernández. 

Al término de las primeras oraciones de la tarde del párroco de San José, Fernando Llenín, ocho miembros de la Cofradía se echaron al hombro el paso de su Virgen, adornado con gladiolos, rosas y margaritas, para llegar a las puertas de la parroquia. En ese punto les esperaban decenas de gijoneses y visitantes que les acompañaron durante todo el itinerario. El recorrido se inició en el instante en el que la Banda de Música de Mieres tocó los primeros acordes del himno de España. Tampoco faltó un sonoro «¡Viva la Virgen del Carmen!» al que respondieron muchos de los presentes.

La comitiva estuvo encabezada por los hermanos de la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús y la del Rocío, así como por los de la Hermandad del Santo Sepulcro, a quienes les siguieron los de la Santa Misericordia y la Santa Vera Cruz. Detrás de ellos, tanto la patrona de los pescadores como los hermanos de la cofradía del Carmen -con sus vestimentas de marineros y con seis remos-, estuvieron en todo momento respaldados por una multitud de personas. «Se echaba mucho de menos esta procesión porque la Virgen del Carmen se merece esto y mucho más», afirmó Carmen Canel. La procesión avanzó dejando un intenso olor a incienso por Álvarez Garaya, la plaza del Carmen y Felipe Menéndez. Al término de su paso por esta última calle, la comitiva encaró Marqués de San Esteban para acercarse a los Jardines de la Reina, cuyo termómetro marcaba 27 grados, y a la plaza del Marqués, el lugar en el que ya les esperaba la estatua de Pelayo y numerosos fieles que no quisieron desaprovechar la oportunidad de ver cómo embarcaban a la Virgen desde la rampa de «La Barquera», una salida al mar que no se producía desde los años 70. Junto a la embarcación en la que subieron a la Virgen estuvieron la patrullera de la Guardia Civil marcando el camino, una embarcación de la Cruz Roja y una treintena de barcos. 

Al volver a tierra, a la comitiva se unieron la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón; la concejala de Hacienda, María Mitre, y el comandante naval de Gijón, Luis Vicente Márquez. Con su presencia se llegó al cierre de la procesión, que se adentró en la parroquia de San Pedro. Allí, el párroco de la misma, Javier Gómez Cuesta, y Fernando Llenín, culminaron las celebraciones del lunes oficiando una misa solemne.