Entrevista | José Ángel Abad Pérez Periodista, pregonará la Semana Grande el próximo 3 de agosto

"Gijón y Nueva York se parecen porque acogen al de fuera, pero Gijón es mucho más guapo"

"Cuando deje de perseguir a Biden y a Trump, me gustaría instalarme en Gijón y, a poder ser, pasear por las tardes por el Muelle"

José Ángel Abad

José Ángel Abad / Juan Plaza

El periodista José Ángel Abad Pérez (Gijón, 1971) será el encargado de dar el pregón de la Semana Grande desde el balcón del Ayuntamiento el 3 de agosto. Desde Nueva York, donde trabaja como corresponsal, atiende por teléfono a LA NUEVA ESPAÑA.

–¿Qué significado tiene para usted este reconocimiento por parte de su ciudad natal?

–Es la mayor alegría que podía tener porque no hay nada que me pueda producir más satisfacción que ser reconocido en casa. Y, sobre todo, de poder compartirlo con la gente con la que uno se siente más unido y a la que uno más quiere, que es la gente de la ciudad en la que has crecido y donde tienes recuerdos imborrables.

–¿Qué relación guarda con Gijón?

–He crecido en Gijón y, aunque he estado muchos años fuera, nunca me he ido de la ciudad. Mis veranos y navidades son en Gijón y las memorias más importantes y los días más bellos de mi vida son allí. Entonces, no es una vuelta a Gijón, sino seguir compartiendo con Gijón. Cuando era un niño mi familia me llevaba a El Musel y a la Campa Torres y siempre veía esos barcos que recorrían el resto del mundo. Me preguntaba que a dónde irían. Siempre tenía esa curiosidad por conocer el resto del mundo, pero me preguntaba también sobre cuándo volverían y qué traerían cuando volvieran. En esa memoria de a dónde irán y cómo volverían estaba el proyecto que me gustaría tener de vida y que ahora he vivido. Con esta invitación de la Alcaldesa se me permite ponerla en práctica de verdad.

–¿Qué espera vivir desde el balcón del Ayuntamiento?

–Lo más importante es que será el inicio de unos días en los que los gijoneses volveremos a compartir memorias juntos. En este caso, memorias felices porque es un verano especial al contar con una ciudad más abierta que nunca al mundo, más alegre que nunca, con más proyectos que nunca, muy preparada para el siglo XXI y con un proyecto y unas posibilidades nuevas. Vamos a abrir una nueva etapa y eso me llena de orgullo. Es un gran honor.

–¿Tiene ya pensado en qué hará hincapié durante su discurso?

–No lo vamos a adelantar, pero me parece muy interesante que Gijón y Nueva York son ciudades que se parecen mucho porque acogen a todo el que viene de fuera preguntándole, sobre todo: "¿Qué quieres hacer y aportar?". Son ciudades abiertas, con curiosidad y mucho más interesadas en el futuro que en el pasado. De esta forma, ven más posibilidades que problemas. Y, sobre todo, tienen la idea de que el futuro es un proyecto de todos y no individual. Se parecen mucho más de lo que parece pese a no haber estado vinculadas. Eso sí, cuentan con la única diferencia de que Gijón es mucho más guapo que Nueva York, aunque sea una ciudad bastante más pequeña.

–¿Cómo está viviendo las jornadas posteriores al atentado a Donald Trump?

–Estados Unidos acaba de pasar por dos momentos significativos en la campaña electoral. El primero es el debate electoral que ha reflejado una percepción de que hay uno de los candidatos que está particularmente débil. El otro ha sorprendido porque se ha producido en un lugar muy rural. En concreto en Butler, en el estado de Pensilvania, que es algo así como Arroes en Gijón. Es un lugar muy pequeño donde no se entiende que alguien pudiera desde tan cerca dispararle. Pero esto ocurre en un contexto de gran división nacional, en un país lleno de armas y con una historia de múltiples precedentes de ataques contra candidatos y presidentes. Ambos eventos lo que han hecho ha sido solidificar la percepción de que en esta campaña el favorito es Donald Trump.

–¿Cómo ve la situación de España desde la distancia?

–Lo más importante es que cuanto más nos conocen fuera más les gustamos. Quien nos conoce quiere repetir y quiere ser parte de nuestro proyecto. Otra enorme ventaja es que todos nuestros problemas dependen de nosotros mismos. No tenemos ninguno que nosotros no podamos solucionar hablando con nosotros mismos y eso es una ventaja estratégica que no todos los países tienen.

–¿Qué momentos le generan mayor orgullo de su amplia trayectoria?

–Es difícil elegir, pero la noticia que más me ha encantado contar es la visita de dos muchachos ciegos –uno asturiano y otro leonés– de veinte años con los que me tropecé hablando en español. Me dijeron que habían ido juntos a Nueva York para conocer la ciudad y que siempre habían sentido curiosidad por saber cosas en las que habitualmente no pensamos. Querían saber a qué velocidad camina la gente por Nueva York, a qué huele, qué se escucha… Me parecieron inmensamente valientes y esas historias humanas creo que tienen una importancia muy grande en el periodismo. No obstante, por supuesto, me ha encantado cubrir 18 o 19 "Oscar", que son momentos muy icónicos, curiosos y divertidos. Nunca me hubiera imaginado sentir tanta familiaridad con cubrir los "Oscar" como con subir a la Campa Torres. Afortunadamente, así ha ocurrido y espero que siga ocurriendo.

–¿Qué echa de menos de su tierra?

–La familia y la familiaridad. El mundo está lleno de buena gente que está dispuesta a ayudar, pero no hay nada como tener contacto con quienes has crecido y con los espacios en los que te sientes como en casa.

–¿Volverá para quedarse definitivamente algún día?

–Lo cierto es que tengo la sensación de no haberme ido nunca de Gijón porque siempre lo llevo conmigo. Allá donde voy, siempre estoy comparando todo con nuestra ciudad. Vuelvo cada poco y es casi impensable ir a España y no pasar por Gijón. Mi familia sigue allí y cada vez que voy tengo la sensación de que mi vida está muy anclada allí con independencia de que me levante en cualquier otra parte del mundo. Naturalmente, algún día, cuando deje de perseguir a Biden y Trump, donde me gustaría reinstalarme sería en Gijón y, a poder ser, pasear por las tardes por el Muelle.

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