La espectacular petición de mano de una gijonesa a su novio en la Descarga de Cangas: "Si ya nos queríamos antes, ahora el doble"

Cristina Rivera e Iván Menéndez se conocieron hace cuatro años en un armario, escondidos de la policía durante una fiesta en pandemia

Sorpresa en Cangas: la multitudinaria petición de mano de una gijonesa a su novio

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Toneladas de pólvora atronaron el 16 de julio, día del Carmen, el valle de Cangas del Narcea pero más dinamita, si cabe, se prendía en el corazón de Cristina Rivera cuando en medio de la Descarga le pidió la mano a su novio, Iván Menéndez, que ahora pasa a convertirse en su futuro marido. Su prometido, porque dijo que sí. Esta gijonesa de 44 años llevaba tiempo con la idea germinando en la cabeza. Y fue durante la tradicional fiesta canguesa, una fecha marcada en rojo en el calendario para su pareja, oriunda de la zona, cuando decidió armarse de valor y pedirle matrimonio. Se compinchó con sus amigos, le pidió permiso a la dueña del bar para subirse al balcón para llegar hasta el dj que pinchaba en ese momento, tomó el micrófono y dijo, gritando pero con voz ronca de afonía, las palabras mágicas: "Cariño, ¿te quieres casar conmigo?". La respuesta fue sí. Y el resultado, estando donde estaban, una explosión de alegría. Y de amor.

A Cristina Rivera, que atiende por teléfono a LA NUEVA ESPAÑA, todavía se le entrecorta la voz cuando recuerda el que, seguramente, se ha convertido ya uno de los mejores recuerdos de su vida. De oficio pescadera, pero con vocación de DJ (en su foto de perfil de Whastapp se la ve a ella con una mesa de mezclas) explica que la pedida de mano no la preparó demasiado. "Siempre le había dicho que se lo iba a pedir en un escenario con mucha gente. Coincide que se casan dos parejas de amigos y como íbamos a la Descarga pensé: qué mejor momento que este", explica la mujer. "Me ayudaron un poco unos amigos, sabía que iba a ser algo diferente, algo grande y dije pues adelante, es el momento. Luego ya al bajar nos abrazamos, nos besamos, me dijo que era muy grande, que me quería con locura y me dijo que sí, claro", añade Rivera.

Cristina Davo e Iván Menéndez

Cristina Rivera e Iván Menéndez / LNE

El de Rivera y Menéndez es, en cierta manera, un amor pandémico. Se conocen desde hace cuatro años. Coincidieron en una fiesta un poco pirata en Gijón. Lo de pirata es porque de aquella aún había restricciones en las reuniones sociales y ella reconoce que ese día había donde se celebrara el evento más gente de la cuenta. Precisamente por eso, en un momento dado de aquella tarde noche, acudió la policía al lugar en el que estaban. El dueño de la casa, para librar la multa, pidió a unos cuantos que se escondieran. Cristina Rivera e Iván Menéndez se conocieron en un armario. Allí se ocultaron, allí empezaron a hablar, allí empezaron a conocerse y allí empezaron a gustarse. Su amor no salió del armario de inmediato, pero casi. Quedaron a la semana siguiente en lo que fue su primera cita. Y luego, ya sí, la mecha del amor, por aquello de seguir con la jerga de la Descarga, se encendió. "Desde entonces ya no nos hemos separado", añade la protagonista de la historia.

Cristina Rivera tuvo cierta ayuda a la hora de la proposición matrimonial. Ocurrió en el bar Blanco, en la calle Mayor de la localidad. Rivera le contó sus planes a la dueña del bar. Y esta, de inmediato, se puso a su servicio. Había que llegar hasta el dj que, cuando supo lo que pasaba, puso todo de su parte para poder enchufar un micrófono y dárselo a la gijonesa. Y fue desde el balcón desde donde tomó la palabra Cristina Rivera, con la calle a reventar de gente. Ahora, cuenta ella misma, tienen que planificarlo todo. La fecha, los invitados, el banquete... pero no el lugar. Se van a casar Cristina Rivera e Iván Menéndez, donde si no, en Cangas del Narcea. Donde la onda expansiva de su amor contagió a todo el mundo. "Si ya nos queríamos antes, ahora el doble", se despide Cristina Rivera.