Opinión | Nuevas epístolas a «Bilbo»

Poesía y barbarie

Un mundo de poetas y verdugos

Desengáñate, «Bilbo». No son unas gotas de carbohidrato lírico las que explican, o acompañan, o aderezan nuestra relación. Aunque no te lo parezca, nos une o iguala más la fiereza que la civilidad. Si yo no sé descifrar los algoritmos auditivos, visuales y, principalmente, olfativos que gobiernan tus instintos y alientan tus esporádicas reacciones furiosas, tú desconoces que la poesía y la barbarie caminan de la mano, en incestuosa promiscuidad, a lo largo de la historia de la humanidad. Te relaciono algunas muestras de siglos pretéritos y de la actualidad. Uno de los textos literarios más antiguos conservados no es otra cosa que un canto al asedio y asalto a la fortaleza de Troya. En el Viejo Testamento, otro tesoro de la literatura universal, se narra la llegada de los judíos errantes a las colinas sobre el valle de Judea donde vivían los amalequitas, Jehová se les aparece y ordena a Josué matarlos a todos, incluidos niños y animales. Si eso, «Bilbo», no es limpieza étnica, venga un dios y lo vea. Se dice que la poesía desempeña un importante papel en Israel. Algunos periódicos publicaron recientemente que las fuerzas armadas de Israel usan una poesía de venganza para realzar la moral de las tropas. Y ese mismo ejército israelí publica una antología donde incluye poemas que expresan un deseo de venganza y retratan el combate en Gaza como una guerra religiosa. A la vez, las mismas fuerzas publican anuncios de colaboración donde se invita a los voluntarios a embarcarse en un «viaje poético y reavivar el grandioso espíritu de la patria».

Slavoj Zizek, escritor y profesor entre otras dedicaciones, se pregunta que cómo es posible que la gente normal se acostumbre a la visualización de espectáculos de destrucción bélica o a la práctica descarada de ceremonias sádicas (alude a que algunos legisladores del Estado de Tenessee plantean que a los condenados a muerte se les cuelgue en público de un árbol para mayor inri). Al punto responde que se necesita la clase de poder que «solo pueden poseer el discurso mítico, la religión o la poesía». Se apropia de las palabras del insidioso pronazi Ernst Jünger para añadir que «toda lucha por el poder va precedida de una destrucción de imágenes y de iconoclasia. Por eso necesitamos poetas: ellos inician el derribo, incluso de titanes».

Nos recuerda que se decía de Alemania que era una tierra de poetas y pensadores antes que de jueces y verdugos. Vuelve a preguntarse si nuestro mundo no se estará convirtiendo en un mundo de poetas y verdugos cuando, en su opinión, deberían proliferar jueces y pensadores capaces de recuperar cierto anclaje moral. No estoy tan seguro, «Bilbo».

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