Opinión

Gustavo Bueno en el Ateneo Jovellanos

Un asturiano más por devoción que por convicción

El Ateneo Jovellanos presenta mañana jueves una conferencia sobre Gustavo Bueno, que imparte un hermeneuta aventajado como Alberto Hidalgo Tuñón. La muerte de su esposa dejó sin aliento vital y filosófico a don Gustavo; poco tiempo después, el mismo don Gustavo pasó a mejor vida. Bueno, como era conocido el viejo profesor en los ambientes populares universitarios, fue por sus clases en los tiempos en los que era considerado como el último pensador sistémico, porque sostenía que la filosofía era un saber sustantivo y no un conjunto de proposiciones tautológicas inverificables, como criticaba el circulo del neopositivismo lógico de Viena.

Los que pululábamos por sus clases en los tiempos en que Aristóteles aún era el rey de la lógica material y formal con los célebres silogismos (Bárbara, Celare, …), sufrimos una crisis lógica cuando teníamos que enfrentarnos con las tablas de verdad de la lógica matemática. Era la época en la que Gustavo Bueno era atacado con algún bote de pintura. Don Gustavo sin solución de continuidad pasó de fervores tomistas, cuando era protegido por el obispo de Salamanca, al "Cierre Categorial", un conglomerado presocrático, izquierda hegeliana de inspiración marxista. Obsesionado con la religión católica que, según confesaba le habían impuesto siendo un joven piadoso, pretendió fundamentar el hecho religioso sobre un sucedáneo compuesto de materialismo y animalismo, lo que le llevaba a irreverentes paralogismos en su animal divino. Gustavo Bueno nunca olvidó sus estudios escolásticos y aunque no admitía los caminos para demostrar la existencia de Creador las famosas cinco vías metafísicas, no científicas, porque Dios no puede ser demostrado con ninguna proposición científica de laboratorio, Gustavo Bueno disertaba con profundidad y amenidad sobre las famosas cuestiones disputadas de Santo Tomás, el doctor Angélico.

Riojano de profundas raíces, fue asturiano más por devoción que por convicción, aunque en la tierra de Jovellanos consiguió fama y proyección internacionales. Bueno, provocador profesor fue un polemista persistente. La cultura de masas y el mito de la presunta y no probada superioridad cultural de la izquierda fueron sus últimas y osadas polémicas, con un ensayo: Zapatero y pensamiento de Alicia. Su ensayo "La fe de un ateo" fue un extraño intento no consumado de volver a las raíces cristianas. Gustavo Bueno fue condecorado con varios honores: Hijo adoptivo de la ciudad de Oviedo, con palacio filosófico incluido. Así como: "Riojano del mundo".

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