Opinión

Tienes razón Miguel

Esta sociedad no la arreglamos con palabras bonitas

El sábado pasado coincidí con Miguel. Miguel es una persona convencida de que las cosas deben cambiar. Una persona auténtica, comprometida y con un diagnóstico claro de que esta sociedad no la arreglamos con palabras bonitas. En un ejercicio de honestidad me dijo: "eres muy blando Héctor, hay que meter caña".

No le falta razón a Miguel. En muchas ocasiones uno intenta encontrar las palabras correctas para trasmitir un pedacito de esa realidad que nos rodea, que muchas personas sufren y que parece no importar ni un bledo. Un intento de seducir con la melódica concatenación de palabras, como si estuviera creando una partitura reflexiva que invite y anime al cambio social. Pero realmente… no interesa.

Ese desinterés puede ser por dos motivos: o no se cree lo que están viviendo tantas personas o no se quiere cambiar. No sé cuál de los dos motivos me preocupa más. Pero es cierto que la desigualdad crónica que vivimos aviva mensajes perversos que intentan convencernos de que la gente vive muy bien, que hay "paguinas", que si tan mal se estuviera pasando habría una revolución… Claro. Eso lo hacemos desde nuestra comodidad. Desde ese porcentaje de personas que vivimos con cierto oxígeno.

Pero la realidad nos dice otra cosa. En nuestra ciudad, en nuestra región, una de cada diez personas sobrevive con menos de 20,35 € al día. Alguno dirá: "eso es mucho". Vamos a ver. Un alquiler chollo en Gijón suponen entre 14 y 19 € al día. Tener un techo bajo el que dormir y que podamos llamarlo hogar dejan libres a una persona que está sola entre 6,35 y 1,35 €. Paguemos luz, gas, comida… Esta es la realidad a la que se enfrentan hombres y mujeres que sobreviven con una pensión no contributiva, personas que malviven con el Ingreso Mínimo Vital o el Salario Social Básico. Si esa persona tiene un hijo o una persona dependiente a su cargo, la cosa se complica todavía más.

Hagan la prueba, queridos lectores. Pierdan todo lo que tienen en la vida, intenten sobrevivir y luego pensemos un poco lo que entre todos y todas estamos haciendo. ¿Cómo puede ser que el nivel de renta media en nuestra región haya subido en los últimos años más de un 8 % y la tasa de pobreza se haya mantenido entre un 18-20 %? Eso tiene un nombre claro, seguimos alimentando la desigualdad.

La desigualdad es el caldo de cultivo más peligroso que existe. No podemos hablar de democracia, si las personas que viven en ella no tienen el poder de vivirla. La desigualdad es ese virus que corroe los cimientos de la convivencia, de la dignidad.

Necesitamos dejar de hablar y escribir, para actuar. Necesitamos que quienes lideran nuestras administraciones entiendan que esto es insostenible. Necesitamos más vivienda, más oportunidades reales de empleo, más educación, más salud... Necesitamos, como dice Miguel, "meter caña" a la realidad.

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