Opinión

Creciendo a la rusa

La invasión de Ucrania, de la que el pasado febrero se cumplieron dos años, va encaminándose hacia el peor de los pronósticos, el enquistamiento, es decir, una guerra de atrición prolongada en la que ninguno de los contendientes es capaz de derrotar al adversario pero, por el camino, produce una destrucción ingente, que en el caso del agredido, Ucrania, deja laminadas las infraestructuras del país.

En el lado ruso, a salvo por el momento de los bombardeos contra instalaciones civiles de todo tipo, gracias a que los ucranianos se ciñen a estructuras militares o energéticas, por decisión propia y por el veto de algunos países suministradores al empleo de sus armas sobre territorio ruso, las cosas no es que vayan muy bien, y ya han sobrepasado ampliamente el medio millón de bajas de combate, es decir, muertos y heridos, según cifras de Ucrania, que sí, estarán infladas, pero aún así son horripilantes.

La situación descrita parece contradictoria con el hecho de que la economía rusa vaya como un cohete que diría nuestro presidente, el doctor Sánchez; y es que el PIB crece aún más que el de España, que según el antedicho, aunque no sea cierto, es la que más creció en la Unión, y así seguirá el año próximo, que tampoco.

Pero en realidad no hay contradicción; el señor Putin ha puesto a su país en modo economía de guerra, es decir, el grueso de los recursos va a alimentar el ministerio de defensa y la industria anexa. Las reservas del país, engordadas previsoramente durante años por Putin, se están inyectando en esa economía, también los ingresos de las ventas de productos energéticos, principalmente a China e India. Toda la producción se dirige a fabricar material de guerra, para que sea destruido en los campos ucranianos. También gran parte de la población masculina en edad productiva va al matadero ucraniano, dejando enormes huecos sin cubrir en el tejido productivo ruso. Pero ellos también producen PIB, especialmente en las regiones más pobres, zonas fértiles para el reclutamiento, que ven ahora llegar las pagas de inutilidad física a unos, y de viudedad a otras, generando un espejismo de esplendor económico en esos lares. Pan para hoy…

Toda esa realidad trágica lleva en volandas el PIB ruso, un poco como el nuestro que, afortunadamente, está lejos de la guerra, pero que, con un turismo pujante y alimentado por los fondos de la UE, unos a fondo perdido y otros a devolver con interés nulo, permiten a nuestro gobierno dopar la economía con todo tipo de subsidios, aunque haga falta también generar deuda pública adicional, que ya pagarán nuestros hijos, o los nietos.

Crecemos, en cierto modo, a la rusa, ye lo que hay.

Suscríbete para seguir leyendo