Opinión | Nuevas epístolas a "Bilbo"

Los Z no son unos vagos

El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, principal investigador de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, pronunció una frase, "Bilbo", que se ha convertido casi en viral: "La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado".

Lo saben bien los jóvenes de hoy en día, encuadrados en la denominada generación "zeta" (la cohorte estimada entre 1990 y 2010). Ya conté que tú y yo pertenecemos a la de los "boomers"; aunque tu caso sea más que discutible: unos te echan 10 años caninos y otros te calculan 70 años humanos.

Ocurre sencillamente, "Bilbo", que los zetas no participan de la antañona cultura del trabajo. Aquella que, en conciencia, adoptamos nosotros como elemento de identidad, como entronización en los circuitos sociales y societarios. Aquella donde el primer empleo fungía como una especie de bautismo comunitario. Aquella que se sustentaba en una lógica diabólica, en un ciclo que el bueno de Arsuaga calificaría de vicioso e infernal: trabajo-piso-pareja-hijos-sacrificio-entierro. Y ¿qué quieres que te diga?: que hacen bien los zetas en rebelarse contra rollo vital tan chungo.

Ocurre también, "Bilbo", que voces reaccionarias (antes decíamos carcas), escudándose furtivamente en el aserto nostálgico y falso que proclama aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, tachan a estos jóvenes de vagos, de consentidos, de frágiles, de poco menos que integrantes de una generación (de una banda o una panda de inútiles quieren decir en realidad) antitrabajo, por el simple hecho de que no construyen su identidad ante sí mismos o frente a los demás a través del trabajo.

La periodista y escritora Nuria Labari rebate con claridad en una de sus columnas los prejuiciosos argumentos de la carcunda: "Los nuevos trabajadores aprecian ganar más dinero, pero ya no a cualquier precio. El teletrabajo, la flexibilidad, el desarrollo profesional y el bienestar mental son aspectos tan valorados como el salario. De hecho, las exigencias sobre la calidad del trabajo aumentan para los mejor retribuidos y no al revés". "[…] Los jóvenes de hoy han crecido con buenas condiciones materiales (que algunos denuestan bajo el reproche de ‘tenerlo todo’) y una excelente formación. Han viajado más que sus padres a su edad, hablan más idiomas, tienen mayor libertad sexual, han disfrutado de una infancia más respetada y han tenido más oportunidades. Pero, lo más importante, a la mayoría les enseñaron que la vida consiste en vivir y no en demostrar una supuesta valía. Que no tenían que demostrar nada para ser dignos de amor".

Por lo que te conozco, "Bilbo", me da que tu "perronalidad" o carácter canino conecta mejor con la generación zeta que con otras. Y me alegro.

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