Opinión

El Carmen volvió al Muelle

La renaciente cofradía recupera la tradición con una procesión marítima

Resurge con fuerza la antañona Cofradía del Carmen de Gijón. Nacida en el lejano 1706 al calor de la antigua capilla del Carmen, que en terrenos próximos al solar que luego ocuparía la Caja de Ahorros, dio nombre a este entrañable barrio gijonés. Derribada la vieja capilla y construida la nueva parroquia de San José (1896), a ella se trasladaron cofradía e imagen.

Ahora, y tras varios años de modestas procesiones alrededor de la parroquia, la Virgen del Carmen ha vuelto a asomarse al mar, desde la dársena local. La tradición gijonesa mandaba que, a hombros de la marinería de la Comandancia, y tras recorrer las calles Langreo y Corrida, hoy camino imposible por el mobiliario, terrazas y magnolios asilvestrados que la pueblan, la imagen desembocara en los Jardines de la Reina y la plaza del Marqués, mientras atronaban, en son de homenaje, las bocinas de mercantes y pesqueros. Fue siempre una procesión con neto sabor marinero, pero terrestre, pues la Virgen regresaba al templo de San José sin ser embarcada.

La renaciente cofradía ha querido recuperar la tradición completándola además con una procesión marítima, que partió de la dársena de la Barquera. Bienvenida sea esta novedad del "saleo" de la imagen, que enriquece nuestra tradición local, y permite a la patrona de la Armada (así declarada por Real Orden de la a Reina Regente, María Cristina de Habsburgo, el 19 de abril de 1901) y de los hombres y mujeres de la mar, asomarse al menos una vez al año a nuestro mar Cantábrico. Sólo cabe pues felicitarse por el empuje de la renaciente Cofradía, y desearle el mayor de los éxitos en su empeño.

Y de Virgen a Virgen lo mejor del verano, decían nuestros mayores, aunque este año parece que no llega. La Virgen de agosto tiene nombre propio en Gijón, y es el de la patrona de nuestras fiestas de la Semana Grande, que no de la villa. La Virgen de Begoña tuvo también floreciente hermandad, y tradicional procesión perdida hace unas décadas; y que no sobraría retomar al empuje de este movimiento de recuperación de nuestras tradiciones. Uno sueña un fácil recorrido a través de la calle San Bernardo, plaza del Instituto, y calle Jovellanos, para llegar a tiempo a presenciar desde la Escalerona el baile de la danza prima y el restallón. Rodeada de grupos folclóricos o de gijoneses ataviados con el traje regional (de aldeano/a le dicen en el Oriente) en fecha tan señalada, como se acostumbra en muchas localidades de Asturias con motivo de las fiestas. Pero ese ya es otro cantar, y por ahora lo que toca es honrar como se merece a la Estrella de los Mares. Qué así sea.

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