Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

La población de urogallos en la región asturiana está en los niveles más bajos que se recuerdan. Como cada año, en abril, este animal autóctono de la fauna del Principado comienza su época de celo en los montes de Cangas del Narcea, uno de los principales núcleos donde habitan estos escasos ejemplares, que han tenido que ir adaptándose al medio a medida que han ido apareciendo trabas que les han ido acorralando en las últimas montañas en las que habitan, las más vírgenes de la región.

La época de celo del urogallo, que tiene lugar en este mes, se desarrolla en franjas específicas del monte, denominadas cantaderos, y es allí donde los machos se exhiben para atraer a las hembras. En el suroccidente asturiano hay más de cien cantaderos, y es en ellos donde se pueden avistar los últimos urogallos de Asturias y su evolución en los últimos años.

Así lo relatan los aficionados al monte y los habitantes de las zonas rurales cercanas, que aseguran que apenas sí se presentan indicios de ocupación en algunos de los treinta cantaderos existentes en la zona, lo que significa que los urogallos están «desapareciendo en Asturias», aseguran.

La causa que explica este descenso del número de urogallos, según lo expertos, es la degradación del hábitat. La modificación de los espacios naturales ha traído consigo que los pocos animales que sobreviven lo hagan ahora en los entornos mejor conservados de los bosques, entre los que se encuentran los del Suroccidente. La presencia del urogallo es, por lo tanto, el mejor indicativo que garantiza la calidad medioambiental de la zona.

Pero existen otras razones que, según los expertos, han sido causantes de la disminución del número de urogallos en Asturias; una de ellas, muy importante, es la reducción de los espacios inaccesibles, zonas donde esta ave se sentía cómoda. Hoy quedan pocas zonas a las que no haya llegado la mano del hombre, y es en estos recónditos parajes donde aún se instala el urogallo.

Otra de las causas de la caída de la población de urogallos en Asturias es, según los biólogos, «el cambio climático», una transformación que, según explican, modificará las condiciones climatológicas de la zona y condicionará la vida de muchas especies, entre ellas el urogallo. También el acecho del jabalí ha contribuido de forma negativa a reducir los espacios en los que el urogallo crece y se reproduce. Por si estos problemas fueran pocos, el urogallo fracasa en la reproducción. Entre un 60 y un 80 por ciento de las madres no logra sacar adelante su pollada, ni siquiera repitiendo la puesta, y la tasa de supervivencia es de 0,56 pollos por nidada.

Acorralado por la pérdida de hábitat, acosado por depredadores y competidores y con una población abocada al envejecimiento, por la falta de incorporación de jóvenes, el urogallo cantábrico afronta una situación crítica, y nadie se atreve a asegurar que esta ave siga estando presente en los riscos asturianos en los próximos años.

Al igual que otras aves autóctonas del Cantábrico, como el cormorán, el águila pescadora y el quebrantahuesos, el urogallo tendrá que aprender a adaptarse al nuevo medio que le rodea si quiere -y puede- seguir viviendo en los montes de Asturias.

Expertos y vecinos de la zona donde aún habitan algunos de estos ejemplares solicitan una mayor protección para esta ave, que ha sido históricamente uno de los mayores exponentes de la zona rural de Asturias y que lucha por sobrevivir en el medio.