Abierto el primer parque de cuerdas en un monte de Tapia de Casariego, que ofrece entradas a particulares a partir de julio

"Cumplo un sueño", dice su ideólogo, el tapiego Eugenio Acevedo

Un grupo de personas, ayer, estrenando el parque de cuerdas.

Un grupo de personas, ayer, estrenando el parque de cuerdas. / R. A. S.

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

El único parque de cuerdas del Occidente asturiano ya está funcionando. Este recurso turístico se encuentra en Tapia de Casariego, en un monte de 50.000 metros cuadrados que tiene reservados 17.000 de ellos para estos juegos de equilibrio donde manda la adrenalina. Dice su ideólogo, Eugenio Acevedo, que con esta apertura "cumple un sueño". Tapiego afincado en Madrid, es un ingenierio que hace siete años conoció un parque similar en Polonia, de donde es su mujer. Tanto le impactó que buscó socios con quien emprender esta aventura empresarial y, cree, social.

Con la ayuda de su cuñado, Jaime Pola, y el amigo de ambos, David García, lograron hacer de la idea empresa y de la empresa algo especial para el concejo y la comarca en la que crecieron. De hecho, "no buscamos tanto el beneficio, porque todos tenemos nuestros empleo, como la sostenilidad", afirma Acevedo quien cree que cumple un sueño y que con este atractivo abierto se ayuda a superar un déficit del Occidente asturiano: la falta de propuestas de turismo activo. "Los hosteleros nos dicen que la gente pregunta por actividades, por qué se puede hacer aquí más allá de visitar las playas, hacer rutas y comer estupendamente", señala risueño el propietario de “AguaXosa Aventura”.

Turistas en uno de los circuitos.

Turistas en uno de los circuitos. / R. A. S.

Estos días, el parque solo funciona con grupos que han concertado la visita con antelación y la empresa cuelga su primer lleno. Las reservas particulares se pueden hacer a partir del uno de julio en la página web del conjunto. "Estamos notando mucho revuelo e incluso hay gente que se acerca aquí en coche, pero hasta esa fecha solo pueden acceder grupos y colegios que ya habían programado la actividad", informa.

El atractivo es la aventura, superar los miedos a las alturas y reconciliarse con las posibilidades de cada uno en un entorno idílico. El complejo ofrece cuatro circuitos. En total, 1.000 metros lineales. Las alturas oscilan entre los tres y los 12 metros. "Empiezas por lo más bajo, pero después te engancha", afirma Acevedo, quien cree que esta forma de entrenarse rompe con algunas barreras que el individuo se crea artificialmente. En esencia, “consiste en pasar de árbol a árbol mediante juegos diferentes, que suponen un reto para el usuario". La seguridad es la idónea y, afirma Eugenio Acevedo, "total". Se puede acceder a partir de cinco años.