Los secretos de la última l'Amuravela de Cesáreo Marqués, que se retira tras 40 años recitando el sermón a San Pedro en Cudillero

"Será emocionante y especial", dice el recitador, quien ya tiene sustituto: Juan Luis Fernández, conocido por su trabajo al frente del restaurante "La Paloma"

Los secretos de la última l'Amuravela de Cesáreo Marqués, que se retira tras 40 años recitando el sermón a San Pedro

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Cesáreo Marqués recitará el sábado, día de San Pedro, su última l’Amuravela. El cudillerense confiesa no estar más nervioso de lo habitual: después de 40 años sabe subirse al escenario y recitar en ‘pixuatu’ un sermón laico que cuenta a San Pedro, patrón de los marineros, qué aconteció en los últimos doce meses.

Marqués todavía tiene reciente su primera vez. Tenía 26 y mucha ilusión por formar parte de ese grupo de personas que velaban por las tradiciones de un pueblo. "Todavía puedo verme... ese primer día", confiesa a este diario. En los últimos años, el cansancio pesaba y también las dudas sobre el relevo. Cesáreo Marqués llegó a hacer referenci en uno de los sermones a esta situación, siempre en broma. Pero llegó el día y, por ello, habrá algo especial que Cesáreo Marqués ya califica de "emocionante". 

El vecino de Oviedo y pixueto de origen escribió l’Amuravela durante los últimos 30 años y reconoce que el trabajo no es fácil aunque con el tiempo se va ganando experiencia. Su sucesor está al tanto de todo ello. Será Juan Luis Fernández, conocido por su trabajo al frente del restaurante La Paloma de la plaza de La Ribera. "Lo hará fenomenal y ensayaremos todo lo que tengamos que ensayar», dice Cesáreo Marqués. Pero antes de llegar a l’Amuravela que abre un ciclo de la historia de Cudillero «hay que pasar por este San Pedro". 

El autor del sermón ha escrito 760 versos. Este año "entre las noticias de Cudillero intercalará otras de ámbito nacional o internacional", desvela. No dice ni pío de lo que contará, si bien habrá algo especial en este sermón que será especial y que sonará a despedida. "Subirse al barco y ver a miles de personas, impone", dice Cesáreo Marqués. Como siempre, contará con apuntador, pero para que todo discurra como se espera hace falta ensayar, es decir, hace falta trabajo. Marqués todavía recuerda el día que falló la megafonía y no se escuchó bien el sermón. O la jornada de San Pedro en la que, por una u otra razón, no había ni megafonía. "Al final, nos decantamos por instalar lo que nos pudo ofrecer la orquesta, pero no sonó igual", cuenta con una sonrisa. 

El recitador durante un momento de las fiestas, el año pasado.

El recitador durante un momento de las fiestas, el año pasado. / Miki López

De todos estos años guarda muchas anécdotas. No quiere contarlas todas. Ese día toda madrugar, estar concentrado y confiar en la memoria. Antes, hay que estudiar porque según este recitador que dejará de serlo este año, "te tienes que saber de memoria l’Amuravela porque el apuntador te puede ayudar, pero sin ante un contratiempo no sabes seguir... malo". 

En 40 años, recuerda dos días intensos de lluvia, algo que siempre complica la jornada, y solo uno fuera de lo habitual: cuando por la pandemia del coronavirus el sermón se recitó, mascarilla mediante, en la iglesia. "Solo guardo buenos recuerdos y además creo que algo he hecho bien porque tengo el cariño de la gente", indica. 

Componer y recitar l’Amuravela es difícil no sólo por tener que escribir en pixuatu y estudiar después. También porque es todo un símbolo para Cudillero y aquello que se haga relacionado con el sermón siempre será opinable. "Imagino que unos recitales gustaron más que otros, pero yo siempre hice lo que pude", recalca Cesáreo Marqués. Es conocido que de junio a junio recoge eso que destaca y pasa, sea bueno o malo, en Cudillero, para después contarlo. "Y siempre hay alguien que te dice: ‘¡Y esta anécdota no salió!’; le respondo: ¡tampoco tú me la contaste!".

Cuando toca el directo "el tiempo no pasa y lo minutos son más minutos que nunca". El sermón puede durar entre media y tres cuartos de hora. El recitador se toma su tiempo para teatralizar y también para beber este "gotu" de vino que se le ofrece en los descansos. Por el medio, suele haber aplausos y mucho silencio en una plaza abarrotada de gente. 

Ahora Cesáreo Marqués echa de menos a muchos vecinos. "Hay que tener en cuenta que los San Pedro de cuarente años vas viendo quién nos va dejando", destaca. Recuerda, claro está, a su madre y a su padre, y también a muchos vecinos entrañables. 

Toca dejará atrás el sermón y el protagonista de esta fiesta dice tener sentimientos encontrados: "Por una parte, es un alivio", señala. Será el maestreo del próximo recitador y continuará escribiendo el sermón porque, de momento, no tiene sucesor en esta tarea. "Ser parte de la historia de Cudillero es un orgullo; es un compromiso que sienta bien", advierte. 

Este año, además, acudirán a ver su última interpretación la comparsa alicantina de moros y cristianos de la que forma parte. En total, 70 personas llegadas de Onil. Cesáreo Marqués está muy ilusionado con esta visita porque, además, la comparsa participará en las fiestas de San Pedro con un desfile. "Imagino que algo hago bien si después de tantos años un grupo tan numeroso viene a verme recitar", sostiene. No siente presión, «hoy no», pero no sabe qué pasada a mediodía del próximo sábado, cuando la muchedumbre, conocedora de su despedida, se agolpe una vez más en la plaza de La Ribera. Promete ser un espectáculo.