El cardenal Fernández Artime, Amuravela de oro: "Hasta el Papa sabe que soy asturiano"

El luanquín recibió el prestigioso galardón de Amigos de Cudillero junto al director del Museo del Pueblo de Asturias y el autor del sermón L’Amuravela, Cesáreo Marqués

Más de 300 personas asisten a la XLV Amuravela de Oro en Cudillero

T. Cascudo

El cardenal luanquín Ángel Fernández Artime cerró el acto de entrega de la cuadragésima quinta edición de los premios "Amuravela de Oro", que concede la asociación Amigos de Cudillero, con un discurso cargado de asturianía y amor por sus raíces: "Me gusta mi tierra y cada vez volveré más. Me permito decirme embajador de Asturias y hasta el Papa sabe que soy asturiano y que siempre hablo de que somos buena gente y nos hacemos querer".

Artime, premiado junto al director del Museo del Pueblo de Asturias, Juaco López, y el autor-recitador del sermón laico de L’ Amuravela, el pixueto Cesáreo Marqués, cerró el turno de intervenciones reivindicando la humanidad. "Creo mucho en crear humanidad y todo lo que hagamos para que la gente esté bien merece la pena", zanjó antes de llevarse el aplauso de las más de trescientas personas invitadas por Amigos de Cudillero.

El luanquín fue glosado por el alcalde de Gozón, Jorge Suárez, quien, además de anunciar un próximo homenaje al cardenal en Luanco, expresó el "orgullo" de sus paisanos por la trayectoria del homenajeado, al que hizo especial ilusión que lo presentaran como "hijo de una modesta familia de pescadores". El cardenal expresó el orgullo que siente por sus raíces porque es de los que creen "que somos fruto de lo mucho que hemos recibido y luego un poco de trabajo personal".

Fernández Artime se ganó al público en una intervención sin guión y con guiños al grupo de casi setenta gozoniegos que lo arroparon en el acto: "Seguro que piensan, Angelín, rápido que tengo fame". El cardenal, que se mostró "honrado, agradecido y feliz" con el reconocimiento, recibió la insignia de la Amuravela de manos del regidor gozoniego y el diploma conmemorativo del vicario general de Oviedo, Jorge Juan Fernández Sangrador. Tampoco perdió ocasión para alabar la belleza de Cudillero, si bien dijo que en su periplo vital por ciento veinte naciones había podido descubrir que "el mundo es precioso, aunque a veces lo arruinemos".

Su discurso en defensa de sus raíces y la herencia familiar tuvo cierta similitud con el del director del Museo del Pueblo de Asturias, que reivindicó "el valor de lo cotidiano". Juaco López, que fue glosado por el profesor de la Universidad de Oviedo, Juan Carlos Villaverde, señaló que, en los años en los que nació, la mayoría de los asturianos vivían de espaldas al pasado y "tiraban documentos a la basura" o quemaban archivos familiares en las huertas de las casas. Esta "vorágine destructiva", dijo, "es la consecuencia de una educación deficiente que consideraba la experiencia pasada inútil y a nuestros antepasados unos idiotas". En este sentido, lamentó que todavía muchos asturianos no vean el valor del patrimonio diseminado en cartas, fotografías o carteles festivos y que se permiten vivir "de espaldas al pasado, destruyéndolo sin conciencia, ni respeto".

Contó Juaco López que en el desván de los Díaz Morodo, en su Cangas del Narcea natal, descubrió su vocación profesional que le llevó años después a la dirección del Museo del Pueblo de Asturias. Según apuntó el profesor Villaverde, bajo su dirección, el espacio pasó de ser "una entidad irrelevante" a un "espléndido" museo reconocido nacional e internacionalmente. Aplaudió además la "tenacidad" de un cangués que "pertenece a ese grupo de personas que devuelven a la sociedad más de lo que reciben".

El homenajeado defendió su trabajo al frente del museo gijonés y explicó que la ingente colección recabada es fruto "de la colaboración", una palabra que considera "mágica". Y terminó con una primicia: "Llegará en unos días de México una colección de carteles de películas hechos por Germán Horacio. Estamos reuniendo una muestra de su variada obra gráfica, tratando de salvar la deuda que tenemos con la memoria del exilio". Y zanjó: "Por todo esto, me dan este premio". El embajador de España en Canadá, Alfredo Martínez Serrano, le impuso la insignia de la Amuravela de oro, mientras que el diploma conmemorativo le llegó de manos del Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli.

El premio más local fue para el recitador de L’Amuravela, Cesáreo Marqués, que el pasado San Pedro se despidió de una tarea que desempeña desde hace cuarenta años. Sin embargo, seguirá escribiendo este sermón de tradición secular. "Ser el portavoz de los pescadores ante San Pedro es un honor que hemos podido cumplir pocas personas", señaló Cesáreo Marqués.

La hasta ahora Fiscal Superior de Asturias, María Esther Fernández, glosó a Marqués en su último acto institucional en el cargo. Repasó la implicación de Marqués con un concejo que "lleva en lo más hondo de su corazón" y contó que en 1985 asumió el título de recitador y una década después el de escribir tan relevante discurso para los cudillerenses. "No hay persona que quede indiferente ante tal espectáculo y todo ello en pixueto", señaló Fernández, que confesó que la primera vez que presenció la lectura de L’Amuravela "me pareció mágico y sublime". La Fiscal entregó el diploma a Cesáreo Marqués, al que impuso la insignia acreditativa del galardón la vicepresidenta de la Junta General del Principado, Celia Fernández.

"Los tres premiados somos asturianos y estamos conectados con la mar, la cultura, las tradiciones y San Pedro", señaló Marqués, antes de confesar que premios como la Amuravela de oro son una "trampa" porque "te atan, te unen y te comprometen más con Cudillero". En su caso, lleva años de compromiso con el concejo, expresado en sus diferentes facetas como la de presidente de la asociación de jubilados La Mar. "Soy una persona comprometida y si ese compromiso es con Cudillero, ya se convierte en amor. Cudillero atrae, embruja y enamora", señaló Marqués en un discurso con emotivas palabras hacia su familia, especialmente para su mujer, Gloria.

El acto, celebrado en el hotel La Lupa, comenzó con la actuación del recién constituido grupo de baile "Arduríu Pixuatu" y, a continuación tomó la palabra el presidente de la asociación Amigos de Cudillero, Juan Luis Álvarez del Busto. Defendió el "prestigio" de un galardón que excede las fronteras nacionales y que persigue distinguir a personas o instituciones que destaquen por su labor en pro de Asturias en general y de la villa de Cudillero en particular. "He de confesar que cuando nació el premio jamás pensé que se iba a convertir en algo tan preciado y apreciado", apuntó Del Busto, que además es cronista oficial de Cudillero.

Cerró el acto el Alcalde de Cudillero, Carlos Valle, que fue el encargado de convocar la cuadragésima sexta edición de unos premios convertidos en un "símbolo de la esencia misma de Cudillero". Dijo Valle que los galardones son "una marca de calidad" y animó a los premiados a defender y divulgar su legado. Los himnos de Asturias y España cerraron la celebración de una edición con marcado carácter asturiano.