Opinión

Un recinto ferial para Tapia

Acerca de la necesidad de contar con un espacio fijo de celebraciones

Cada año aumenta la relación de acontecimientos sociales y festivos tapiegos, en los que la falta de un espacio cubierto queda de manifiesto. La dependencia del tiempo, del mal tiempo demasiadas veces, echa por tierra en numerosas ocasiones dichas celebraciones con la pérdida consiguiente de participantes, como por supuesto desequilibrando la balanza económica de sus entusiastas organizadores.

La actual comisión festiva viene poniendo en juego desde su creación, un entusiasmo sin límites sólo digno de los mayores elogios. SofiTapia no sabe ya qué inventar con tal de que Tapia suene y resuene; de que sea un reclamo turístico de garantía, y sobre todo que lo sea todo el año. Cada vez amplía más su calendario de eventos, habiendo pasado de aquellas comisiones carmelitas que postulaban sólo la víspera del Día de Nª Sra. del Carmen (y qué gran mérito tenían), a trabajar todo el año, por, y para Tapia. Y lo hace SofiTapia, adelantándose siempre a los acontecimientos con unos requisitos legales más exigentes cada año, no solamente en lo que a su programación se refiere, sino a la seguridad, la salubridad, etc.

El utilizado y tradicional sistema de cerramiento con carpas de lona, no solamente es una sangría económica insostenible, sino que además, y a lo largo de los últimos veintiséis años desde la peatonalización del Campo Grande conectado con la Plaza Consistorial y la de la Iglesia, no ha servido sólo para destrozar dichos espacios (están a la vista); también para entorpecer la caminabilidad para los que fueron construidos en el mismísimo centro del pueblo, así como también para impedir el acceso a la Iglesia Parroquial. Cada vez que se instalan estas carpas, la devastación del suelo añade otro gasto más al de su alquiler, y al propio erario municipal.

Urge pues, encontrar un espacio fijo y cubierto, no necesariamente cerrado. El centro ya no da más de sí. Históricamente, es el solaz para los mayores, el parque infantil que casi se mete en el aulario del propio instituto; el lugar donde se instalan hinchables, barracas y barracones; es el recreo de los estudiantes, el tránsito directo de las compras y de las gestiones administrativas de cada mañana. El centro no da más de sí, reitero.

Tanto la Feria Campomar, como el propio mercado semanal; las jornadas gastronómicas o los juegos y trueques infantiles de cada verano (sobre todo con lluvia); la Navidad con la entrega de juguetes, la Fiesta de San Blas (sin abandonar a su barrio de nacencia, por supuesto); las fiestas de la primavera, de vaqueros y de disfraces, el día del bollu, y en fin, todas cuantas actividades tuvieran que de un modo improvisado por el mal tiempo, trasladarse a un espacio cubierto, parecen clamar por un nuevo recinto. Los Fondos Europeos también están para esto.

Suscríbete para seguir leyendo