Epígrafe

Una tarde en Pravia

Una jornada memorable con la unidad pastoral praviana

Deseo dar las gracias a los numerosos lectores de la unidad pastoral de Pravia y de las parroquias de San Pedro de Soto del Barco y de Santa María de Riberas que siguen semana tras semana esta tribuna del periódico. No imaginaba que fuesen tantos.

Y aprovecho la ocasión para enviar desde aquí un fuerte abrazo a quienes la leen todos los domingos a primera hora, que yo sepa, en España, Italia, Reino Unido, Bolivia, Argentina, Portugal y Estados Unidos. "Tu artículo", me dice un amigo misionero en Bolivia, "es mi himno de Laudes del domingo". Lo aclaro: Laudes es la oración litúrgica matutina de la Iglesia.

Tenía preparada para este fin de semana una columna sobre un tema diferente, pero la dejo aparcada a causa de haber tenido un encuentro memorable, en la tarde del pasado viernes, con los pravianos y otras personas provenientes de distintas partes de Asturias en la biblioteca pública "Antón de la Braña" de Pravia. Fue con motivo de una conferencia cuaresmal que me pidieron que pronunciase. En la biblioteca, no en la iglesia, pensando en que podría ser también de interés para quienes no van a misa.

El párroco estaba preocupado porque temía que a la convocatoria respondiesen, como mucho, solo una decena de feligreses. Lo habíamos estado tranquilizando previamente todos: verás cómo acuden; y si no hay gente, no pasa nada, nos comemos los bizcochos con nuez y los pajaritos de la Virgen del Valle, que van a llevar esas personas estupendas que te ayudan, y en paz. Pues no. A rebosar estaba el salón.

Hubo que demorar el inicio de la conferencia para ir a coger más sillas a la iglesia. En cinco minutos lo resolvieron los voluntarios, que había que ver cómo iban de bien vestidos para el evento. Y la organización del acto, por parte del Consejo parroquial, de matrícula de honor. Con estand de libros y todo.

Allí estaban en primera fila los alcaldes de Pravia y de Soto del Barco. Ni reglamento de laicidad ni historias. Todos a lo de todos, como debe ser. La bibliotecaria y el personal del centro, de lo más atentos. Y es que así da gusto. Además, los aparatos, que, incluso habiendo hecho pruebas anteriormente, nunca se sabe en qué momento van a dejar de funcionar en venganza de los malos tratos que les infligen los humanos, funcionaron a la perfección.

La cosa iba sobre el cambio que puede operarse en una persona cuando se encuentra ante una obra de arte. Y les hablé de los literatos Paul Claudel y Charles Péguy, del escritor y político Léon Daudet, del adolescente Aaron Lustiger, de san Francisco de Asís cuando era joven y de santa Teresa de Jesús cuando alcanzó la madurez, de la universitaria Edith Stein (santa Teresa Benedicta de la Cruz) y de la estudiante Cristina Kaufmann, de los pintores Pablo Picasso, Antonio López, Eduardo Arroyo y Miquel Barceló.

Todos ellos experimentaron, en un instante único en sus vidas, que o bien a través de una pieza musical, o de un edificio sacro, o de una imagen, o de una obra literaria, o de un cuadro, estaba teniendo lugar algo más que la pura emoción que la contemplación de la bello provoca en el ánimo del oyente o del espectador.

Algunas de las personalidades arriba citadas percibieron que se trataba de un encuentro. Estaban ante Alguien por el que se sentían amadas, llamadas y transformadas, con tal evidencia que se produjo entonces, merced a ese hecho, una inflexión en sus vidas, de tal calado que puede decirse que hubo en ellas, a partir de ese episodio, un antes y un después. Tres llegaron a los altares.

Así que muchas gracias a los de Pravia por haberme regalado una tarde tan plena de estética, cultura, familiaridad y religiosidad, y la hermosa reproducción de la imagen de la Virgen del Valle mandada hacer para la ocasión. "Tota pulchra est". Siempre.

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