El riesgo de "cascayu" regional

Francisco García

Francisco García

A la espera de conocer cómo fragua en la práctica el pacto del “gobierno de progreso” en Asturias; y cómo se sustancia la letra pequeña de un acuerdo lleno hasta ahora de pronunciamientos rimbombantes por una y otra parte, lo cierto es que la región vira, desconocemos aun si sólo ligeramente, más a la izquierda. Lo cual no es bueno ni malo en sí mismo, pero resulta un hecho evidente y absolutamente incontestable.

Respecto al inicial reparto de roles, algún mal pensado cavilará que tal vez Barbón pueda recaer en idéntico error que Ana González, cuyo finiquito político tuvo en parte que ver con las consecuencias de haberle otorgado a IU la gestión del urbanismo gijonés. De ahí vino el matarile de El Muro y el ridículo del “cascayu”. Resulta sorprendente que la coalición vaya a gobernar una consejería que incluye Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda -con el añadido inexplicable, en el mismo saco, de Derechos Ciudadanos, un apellido que le pega menos a la gestión territorial que a un Cristo una cartuchera. El caso es que de ordenar el territorio no consiste en desordenar lo que está bien ordenado. Veremos cómo construye ese departamento variopinto Ovidio Zapico, un político al que escuchas en los mítines y te parece estar oyendo cantar a Víctor Manuel. Tome nota el presidente de lo que le ocurrió a su correligionaria y no caiga en idéntico desatino.

Decía Ortega que la historia es la historia de los errores y que cada época carga con los suyos. El filósofo los llamaba “errores necesarios” porque otros necesitaron cometerlos para que nosotros pudiéramos evitarlos. Durante el anterior mandato, Adrián Barbón acumuló aciertos y desaciertos. Aprender de los errores -propios y ajenos- y esquivar el pedernal antes de que devenga en pedrusco es síntoma de madurez política. Al líder de los socialistas asturianos se le ha agotado ya el comodín de la bisoñez. Y a la región el tiempo de espera.

Suscríbete para seguir leyendo