Democracia, empresa y entendimiento

El legado de Serafín Abilio Martínez

Antonio Trevín

Antonio Trevín

Hubo un tiempo con una derecha diferente en Asturias. El de la Transición, con una UCD con valores democráticos muy firmes y una envidiable disposición al diálogo, algo que se echa mucho de menos.

La cultura política española y asturiana cambió radicalmente en los últimos años. Seguramente no es mejor ni peor, simplemente es diferente. Sin embargo, algunos de los valores perdidos creo que sería necesario recuperarlos para mejorar el actual clima político.

El debate con partidos diferentes, desde el respeto, buscando coincidencias; establecer objetivos comunes para el progreso social y económico; compartir estrategias y construir instituciones y órganos de participación comunes para avanzar en el desarrollo colectivo y la fidelidad a la constitución y el estatuto de autonomía para construir una España y una Asturias de todos y para todos, son alguna de ellas.

Serafín Abilio Martínez, a quien hoy despedimos con aflicción, defendió todas y cada una de ellas. De él no olvidaré nunca su aportación a la transición política española desde nuestra Asturias. Ni su cordialidad en la relación con sus adversarios políticos. Ni su contribución decisiva a consolidar sólidas organizaciones empresariales asturianas. Ni su empatía en las relaciones humanas e institucionales.

La UCD asturiana, de la que fue un pilar básico como secretario general, contaba con figuras políticas de una talla admirable. García Pumarino, su presidente; José Sánchez del Río, su secretario de organización; Adolfo Barthe Aza, que fue casi todo, o los Juanes, Casero y Fidalgo, contribuyeron decisivamente a nuestra consolidación democrática y al Estado del Bienestar que disfrutamos. Todos ellos conformaban el sector socialdemócrata asturiano del partido fundado por Adolfo Suárez.

En mi etapa como portavoz socialista de Interior en el Congreso de los Diputados, tuve debates tensos e intensos con Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior con Mariano Rajoy, pero siempre desde el respeto al recuerdo del 23 de Febrero de 1981, día de la intentona del golpe de estado de Tejero. Aquel día el ex ministro se erigió en un firme defensor de la democracia, protegiendo a líderes significativos de la izquierda asturiana. Estoy seguro que Serafín tuvo mucho que ver en ello, como uno de los más cercanos colaboradores de Fernández Díaz.

Y en su trayectoria empresarial siguió la misma ruta. Si su papel fue clave para construir una sólida Federación Asturiana de Empresarios (FADE), no fue menos brillante en la estabilización de las relaciones laborables en la construcción, sector que presidió empresarialmente muchos años. Los numerosos conflictos en el mismo se superaron a partir de 1989 con la creación de la Fundacion Laboral de la Construcción (FLC), organismo que se convirtió en ejemplo de las relaciones laborales. Impulsada por los líderes ugetistas Manuel Fernández Lito y Manuel Garnacho Villarubia y secundado por los líderes de las CCOO asturianas, la FLC se convirtió en referente para los acuerdos laborales y de formación en toda España.

Serafín Abilio Martínez siempre tuvo presente, como escribió Màrius Carol, que se debían preservar las instituciones, respetar a los oponentes aunque no piensen igual y proponer desde el razonamiento en lugar de dejarse llevar por las emociones.

Y que, como sentenció Juan Gómez Chicuelo, las buenas fiestas empiezan cuando se van los que se tienen que ir y se quedan los que se tienen que quedar y pueden ser las 3 horas o las 4 horas de la madrugada.

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