Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En ritmo sinusal

Pablo Argüelles

Factores de riesgo cardiovascular: la hipertensión arterial

Los beneficios de una dieta adecuada

Ya hemos tenido ocasión de presentar en estas líneas los factores de riesgo cardiovascular (FRCV).

Factores de riesgo cardiovascular: la hipertensión arterial

En las próximas semanas nos proponemos revisarlos uno a uno, a fin de facilitar su compresión y conocimiento mediante unas pequeñas pinceladas, que procuraremos no acaben resultando burdos brochazos. Vamos allá.

Al igual que podemos medir con un manómetro la presión del agua dentro de las tuberías de un circuito, también puede medirse la presión de la sangre dentro de las arterias. Cuando esa presión (llamada coloquialmente "tensión") supera unos valores determinados, decimos que existe hipertensión arterial (HTA).

La HTA es una entidad puramente objetiva; su existencia no depende de sensaciones subjetivas del paciente, sino de que se sobrepasen unos determinados valores. En una medición de presión arterial se obtienen dos cifras: la presión sistólica o "alta", que es la que tiene lugar durante la contracción del corazón y la diastólica o “baja”, que es la que se corresponde con la relajación del corazón y su llenado. Los médicos solemos usar los milímetros de mercurio (mmHg) para referirnos a estos valores, mientras que los pacientes suelen hablar en centímetros de mercurio. Así las cosas, una presión sistólica de 130 mmHg (milímetros de mercurio), pasa a ser una presión de 13 cmHg (centímetros de mercurio). Uno podría pensar que esto facilita mucho las cosas ya que es menos engorroso decir o escribir 13 que 130. Pero no es lo mismo 130 que 139 por lo que, al final, quienes recurren a los centímetros de mercurio acaban necesitando echar mano de los decimales y, por eso, escuchamos decir: “tengo una alta de 13,9”.

¿Cuáles son las cifras normales de tensión? Las últimas guías de práctica clínica de las sociedad europea de cardiología consideran cifras normales de presión arterial entre 120-129 de sistólica y 80-84 de diastólica. Siguen siendo aceptables, pero ya se acercan peligrosamente a la hipertensión cifras de sistólicas entre 130-139 y diastólicas de 85-89. Esta presión se denomina "normal-alta". A partir de 140 de sistólica y 90 de diastólica hablamos ya de hipertensión arterial, distinguiendo hasta 3 grados (ver tabla).

La HTA es un asesino silencioso que va dañando nuestro árbol vascular sin que seamos conscientes de ello, por lo que, una vez diagnosticada, conviene descartar lesiones en los llamados órganos diana (corazón, retina, riñones). No obstante, en ocasiones, cifras muy elevadas pueden causar síntomas como el dolor de cabeza, alteraciones en la visión o dolor torácico. En estos casos nos hallamos ante la llamada crisis hipertensiva y es muy importante que el paciente acuda rápidamente al servicio de urgencias de su hospital o centro de salud más cercano.

Controlar la presión arterial puede ser todo un reto pero, afortunadamente, contamos con un gran arsenal terapéutico para hacerle frente. En ese sentido, es importante señalar que controlar la presión arterial con una pauta de tratamiento determinada no significa que dicha pauta vaya a permitir mantener el control indefinidamente. Rebus sic stantibus (mientras todo siga igual), lo esperable es que fuese así, pero lo normal es que las circunstancias del paciente cambien con los años y llegue un momento en que necesitemos ajustar el tratamiento para seguir manteniendo un buen control.

También es habitual que una vez que logramos controlar la presión arterial de un paciente surja la famosa pregunta: ¿entonces puedo dejar ya la pastilla? En estos casos pongo siempre el mismo ejemplo. Si tenemos una mesa que cojea y la calzamos con un taquito de madera o una hoja de papel plegada conseguiremos que vuelva a estar estable; ¿pero esperaríamos que dicha estabilidad se mantuviese si retirásemos dicho soporte?.

Pocas intervenciones resultan tan rentables para el paciente como un buen control de la presión arterial. Bajar tan sólo 5 mmHg la presión arterial sistólica supone reducir el riesgo de mortalidad por ictus en un 14%, el de mortalidad por enfermedad coronaria en un 9% y el de mortalidad por cualquier causa en un 7%. Por eso es importante mantener a lo largo de la vida un control frecuente, con tomas habituales en el domicilio y revisiones en consulta en los casos que proceda.

La dieta baja en sal, el ejercicio físico, reducir la ingesta de alcohol o el abandono del tabaco son algunas de las medidas que podemos implementar para ayudarnos a controlar mejor nuestra tensión.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.