Opinión

Escraches en la Feria

Jarabe democrático

Antonio Maestre y Fonsi Loaiza, dos autores antifascistas, firmaron esta feria del libro de Madrid con protección policial. Es una imagen escandalosa. Al primero creo que no le pasó nada, pero al segundo lo increpó una pareja. Le gritaron, la señora iba con un carrito y esto es lo que más me dolió: que un niño pequeño vea a su madre como una energúmena gritando a un escritor. El autor les gritó también, pero aquí no vale la equidistancia: no es un careo, el que firma juega con ventaja. Que la gente firme en la feria del libro de Madrid sin una sensación de amenaza y sin que unos gilipollas les increpen es primordial, porque a la feria no se va a lo mismo que a Twitter. No sirve para gritar a unos autores que te enfadan, sino para que te firmen libros los que aprecias. Si alguien no te gusta, pasas de largo o te das cabezazos contra un árbol. Maestre y Loaiza no se han sentado ahí para que vayas a tocarles los cojones.

Detesto los escraches. Es fantástico que la gente esté en contra de los escraches. Sería penoso que alguien dijera alguna burrada, como que increpar a alguien en el espacio público porque sus ideas te disgustan es un jarabe democrático. Pasa lo mismo con las casas: no se va a la casa de otro a faltarle al respeto. Jamás. Falta educación, sobre todo en las universidades, donde pasa bastante a menudo. Los estudiantes judíos han creado una red de apoyo en España: desde que empezó lo de Gaza han tenido problemas. Allí pasa también que un conferenciante con una ideología que se sale de los márgenes de una organización estudiantil no encaja, y tienes un pollo montado. Una minoría de energúmenos fastidia una charla con el boicot en vez de discutir ideas en el turno de preguntas.

La horda no es un interlocutor. No escucha. Una o dos personas son perfectamente capaces de comportarse como una horda. Una pequeña horda, patética, se acercó a la caseta donde firmaba Fonsi Loaiza.

El año pasado me increpó una señora en la feria del libro. Fue mi primera vez. No la conocía de nada y estaba furiosa conmigo. No pasó de momento incómodo. No me sentí impelido a escribir sobre ello. No fue nada comparado con toda la gente majísima que viene cada vez. Tampoco sé si aquella señora vino por el auge del fascismo en Europa. Tampoco sé si Fonsi Loaiza y Antonio Maestre se hubieran puesto de mi parte. Estoy casi seguro de que sí. Los escraches siempre han sido lo mismo.

Suscríbete para seguir leyendo