Opinión | Editorial

Una Asturias de Primera

Una Asturias de Primera

Una Asturias de Primera / Pablo García

Por la fidelidad de sus aficiones, de las más ruidosas y comprometidas con sus colores, el fútbol asturiano merecía desde hace tiempo –como ocurrió antaño durante muchas temporadas– tener presencia en la élite del fútbol español. El Oviedo abandera hoy esa opción de regreso y no hay duda que el Sporting, cuya última presencia en Primera es más reciente, lo conseguirá más pronto que tarde. Lo ocurrido esta temporada indica que unos y otros caminan por la buena senda.

A la vista del notable desempeño de los dos equipos asturianos, tan meritorio el del Oviedo por haber remontado desde muy atrás en la clasificación y haber llegado con opciones serias a los últimos 90 minutos del curso, como el de un Sporting que se mantuvo siempre en el grupo de cabeza y cayó con todos los honores en la semifinal, habrá que reconocer el buen trabajo de los actuales gestores de ambos clubes. Los mexicanos de Pachuca y de Orlegi han logrado confeccionar plantillas competitivas que han luchado de tú a tú con equipos de mayor empaque y presupuesto. Habría que recordar a quienes aún dudan de la intervención del capital extranjero en la cabecera del fútbol asturiano que si Oviedo y Sporting desaparecieron hace años del primer plano competitivo fue en parte consecuencia de la mala gestión de sus dirigentes. De la tranquilidad en los despachos procede el buen hacer sobre el césped.

La representatividad del Oviedo y del Sporting más que gijonesa y ovetense es asturiana, pues los aficionados al deporte rey en esta región se dividen prácticamente por igual en seguidores de unos y otros colores. Se trata de mitades gemelas que juntas alumbran una región entera que robustece su identidad en base a esa discrepancia futbolística. Más allá de lo deportivo, la pugna entre ambos clubes resulta estimulante para ambos y ayuda a crecer a unos y otros en la búsqueda de la preeminencia. Valores como la capacidad de sufrimiento, de levantarse después de cada caída, de dar lo máximo en cada envite sin ahorrar un gramo de esfuerzo, otorgan un grado de competitividad añadido y constituyen un ejemplo de rivalidad creativa que aplicado a la realidad cotidiana debería servir de modelo a esta región para promover proyectos ilusionantes, disparar el afán de emprender y la ambición de progresar. El fútbol es espectáculo, pero también un buen maestro de la vida. La diferencia y la diversidad bien encauzadas se convierten en poderosa fortaleza.

Habría dado pie a la gran fiesta del fútbol asturiano que ambos equipos se hubieran disputado hoy la última plaza de ascenso, pese a los tintes dramáticos que acarrearía que solo uno pudiera alcanzar el gran objetivo, a costa del eterno rival deportivo. Los hados del fútbol son caprichosos y quisieron que en la última jornada del curso un balón al palo permitiera que el Racing de Santander, con todo a su favor, dejara su plaza al Oviedo. El cuadro carbayón se repuso de ese susto dejando después en la cuneta con total solvencia a uno de los equipos de Segunda que mejor fútbol practican, el Eibar, y tuvo el pasado domingo contra las cuerdas a otro gallito de la categoría, el Espanyol, con el que esta tarde dirimirá el regreso a la élite.

La fe de los azules está por las nubes, al grito del "Volveremos" de Melendi que hizo estremecer el pasado domingo al Tartiere en la unanimidad de miles de gargantas antes de que echara a rodar el balón en el partido de ida de esta histórica eliminatoria. Hoy puede ser el gran día para un club que ha militado 38 temporadas en Primera División y que llegó una de ellas a disputar la Copa de la UEFA. Ojalá lo consiga y que ese éxito motive aún más a otro histórico, el Sporting de Gijón, que no descansará hasta volver a enfrentarse a su gran rival en el escalón más alto del fútbol español, como tantas veces ocurrió ya antes.