Opinión

José S. Marqués

Cudillero, a la marea baja…

Pasado y futuro de un concejo con una larga tradición pesquera

Fue una larga historia y cuenta que ya hace más de mil años el último rey de Asturias, Alonso III el Magno, donó a la Catedral de Oviedo el lugar de Arroyas (Arrojas), un caserío en Novellana y la iglesia de Santa María de Belandres en las Piñeras, a la vera del ramal por la costa de la Vía Agripa, más tarde camino de Santiago, allá por el año 905 de la era. La toponimia de concejo nos habla de villas romanas, sin más datos, todavía un milenio antes.

Tras la larga noche de la alta edad media, por fin irán apareciendo más noticias sobre la tierra de Codillero (del codo), las Piñeras (tierra de pinos), Las Luiñas (tierras lueñes o alejadas) y las Brañas (tierras de vrano o verano). Y esas noticias nos dejan la historia de una de las comarcas más productivas del Principado.

El juez praviano Bances y Valdés, a finales del siglo XVIII las considera tan productivas que en los años de mala cosecha actúan como sementera, en socorro de comarcas de la provincia; a la vez que, Pascual Madoz –medio siglo más tarde– estima al puerto como capaz de doblar su producción de más de 480.000 arrobas o 6 millones de Kg/año de las especies más valoradas, si fuera atendida la necesidad de un puerto más seguro para abrigo de su flota.

Poco después se aprobará el Dictamen de la Comisión de la Junta Provincial de 1865 para la ejecución del Ferrocarril Costero del Cantábrico, con estación en el término de Cudillero, –con la expresa intención de sacar esa producción a la meseta castellana–. Pero, en realidad, sólo se ejecutaron la salida del carbón de la cuenca minera asturiana por San Esteban de Pravia y el enlace con la fábrica de armas de Trubia. El tren tardó en llegar a Cudillero hasta1962.

En esas condiciones de desventaja, la naciente industria de la pesca –con las vaporas a hélice en lugar del remo y la vela, el tamaño de los barcos, frío a bordo, astilleros, conservas, etc.– se fue alejando de nuestro puerto. El resultado visible no son datos al albur, están tomados, además de las fuentes arriba citadas, de Gonzalo Anes, Jesús Arango o Luis Antonio García. Y, todavía más, las Estadísticas históricas de Fundación BBVA, 2005, recogen para la década de 1880 un desembarco total de pesca entre setenta y ochenta mil Tm/año para toda España; resultado, seguramente menor que la realidad, dadas las dificultades de toma de datos de la época. Lo cual indica –sea como fuere– que la participación de Cudillero, con 4.000 a 6.000 Tm en su momento álgido representaría entre el 5 y 7% de España. En la segunda mitad del siglo XX esa cifra bajó hasta la décima parte y en el XXI ya es irrelevante, situando a Cudillero –reducido de "barcos sin puerto" a "puerto sin barcos"–, a cerca de la décima posición en Asturias como puerto de descarga de pesca.

Sirva como dato de contraste cómo Avilés con 5 embarcaciones, 24 matriculados y capturas irrelevantes en la segunda mitad del siglo XIX, ha beneficiado su puerto –con espacio y abrigo– hasta acercarse a las 20.000 Tm/año. Resultado que lleva a concluir que no es la crisis de las pesquerías la causa principal de la situación actual del sector en Cudillero.

La realidad fue más bien otra: Cudillero, en bajada continua desde hace un siglo, no fue capaz de navegar de ceñida cuando se produce esa caída del rendimiento de las pesquerías (por sobreexplotación, contaminación y calentamiento combinados) y añadido el cambio social desde los ’80, se tradujo todo ello en la gran desbandada. La falta o cercanía de otras oportunidades quizá explique por qué no se mantuvieron población o flota, con Cudillero encabezando la bajada de manera destacada, mientras los puertos de Avilés y Gijón –la pesca industrial– atraían recursos y resistían.

Ciertamente no es una situación singular; en general, las comarcas de las viejas pueblas o "polas" del siglo XIII, salvo Siero, resisten mal, cuando no muy mal, el moderno fenómeno de la concentración urbana a costa de ir despoblando Asturias progresivamente; más, en una región donde el fenómeno se ve agravado hasta mostrar el mayor envejecimiento de España.

Situación, que nos trae el recuerdo de la genial metáfora de "La gallina ciega" de Goya o de Max Aub buscando a tientas; qué otra cosa, si no, es persistir en el intento de concentrar el esfuerzo, amén de notables recursos y fondos europeos en el espacio público o del puerto, en un pueblo con calle única en el fondo de un pendiente barranco natural.

Ello, sin perder de vista que un asunto de ese calado es el típico que en una democracia ha de debatirse en los programas y después votarse. No es ese un asunto baladí, aunque en nuestro concejo parezca detenido el tiempo en la casa de Omaña, como en el Régimen o en el Cudillero del que daban cuenta "La Voz de Cudillero" o "La Avispa", cuando se turnaban los caciques de la Restauración.

En resumen: con la población menguada y envejecida, sin espacio útil o accesos apropiados y con la reconversión creciente a pisos turísticos –a regular, a la vista del asunto catalán–, concentrar la atención en un sector saturado –con poco empleo, poco tiempo y poco marginal o valor añadido–, a la vez que parece ignorarse el resto –mayoritario– de otras actividades, ya sea polígono industrial, conservas, metal, madera y mueble, pesca, agropecuario (las natas de Las Luiñas de postre en ¡Tineo! ¿No es posible producir esa materia prima y posicionarla en el mercado como los quesos de la vecina Pravia?)… Y lo mismo con los espacios turísticos con auténtico potencial, como las Casonas de San Juan, la Paca o La Casa del Rosal, amén del apoyo a otras casonas del concejo susceptibles de reconvertir o recuperar, algunas, tiempo ha deshabitadas. Al cabo… son sectores todos que impulsados debidamente generarían una economía más rica, diversificada y sostenible.

En el País Vasco, Navarra o Cataluña lo han resuelto admirablemente, revalorizando las producciones o servicios autóctonos y generando empleo y riqueza; de manera que hasta los repollos o los espárragos parecen tener denominación de origen.

Esa es la "Cuestión" que se debería debatir y votar, que no: el "Y tú más".

Se sale de este espacio la ya debatida y sancionada cuestión del legado Selgas, cuyo patrimonio debería constituir un espacio como los concebidos en la museística moderna, en apoyo a un necesitado concejo, en vez del lugar del descanso del personaje de turno y amigos; destino que, a pesar de los intentos, congratula al Ministerio de Cultura y a ciertas autoridades regionales y locales.

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