Feijóo ensaya la vía Zapatero

La preocupación de la ciudadanía por la renovación o incluso la eliminación del Consejo General del Poder Judicial es muy limitada. Los contribuyentes hubieran estado de acuerdo en que el bloqueo obligara al sorteo de las plazas vacantes del Tribunal Supremo y demás cargos de digitación, que hasta la fecha se decidían por el cambalache entre los famosos consejeros caducados. De hecho, una poderosa corriente de opinión ya estaba convencida de que se seguía el método aleatorio para cubrir las cúspides de la magistratura, a la vista de los resultados obtenidos.

Por tanto, lo más relevante del nuevo Consejo General no consiste en averiguar si ha ganado el PSOE o el PP, ni si mejorará la actual lotería de nombramientos. Lo fundamental es el acuerdo bipartidista que demuestra que, por primera vez en su accidentada trayectoria madrileña, Feijóo ensaya la vía Zapatero de acceso a La Moncloa. En su fase de jefe de la oposición, el segundo presidente socialista ofrecía y aceptaba tantos pactos de Aznar que la afición se preguntaba si en verdad deseaba suceder al presidente del Gobierno, o si se conformaba con ser su vicepresidente.

El nuevo Consejo es idéntico a los anteriores, y puede durar décadas. Participa también de la inclusión de cónyuges de ilustres juristas, que sin duda enriquecen la institución en cuanto que llevan el Tribunal Supremo puesto desde casa. De nuevo, España sería incomprensible sin el nepotismo, por lo que la clave son las manos entrelazadas de Bolaños y González Pons en territorio bruselense de Puigdemont. Después de seis años de hostilidades a las órdenes de Díaz Ayuso y sus ventrílocuos, Feijóo se da cuenta de que la inevitabilidad del turnismo con el PSOE no se verá alterada por la firma de acuerdos. El nuevo CGPJ venía configurado desde tiempo atrás, pero lo ha consolidado el último espectáculo de Milei en Madrid. Cada país tiene derecho a su propia astracanada, la motosierra no es exportable.

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