Opinión | Sol y sombra

La anomalía

La política, para nuestros políticos, ha quedado reducida al relato y la parpayuela. La parpayuela define en asturiano la cháchara. Todo lo que no sea explicarse para convencer a los suyos y a los ajenos pasa a un segundo y a un tercer plano. La acción política, el verdadero significado de las cosas, es para ellos irrelevante frente al desafío de convencer a quienes están dispuestos a dejarse. Bien sea con la razón o sin ella, lo importante es que cuele el fruto de la penúltima argucia. Empujados a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, tras cinco años sin entenderse, el PSOE, por ende el Gobierno, y el Partido Popular han empezado a trasladar a la opinión pública interpretaciones diferentes del texto impuesto por la UE para que alcanzasen finalmente un acuerdo. Seguramente acabará siendo papel mojado lo que se aprobó. Fundamentalmente la reforma de la ley para garantizar una mayor participación de los jueces en los nombramientos de los jueces de acuerdo con los estándares europeos.

Quienes se empeñan en insistir en que la anomalía estaba en la falta de un acuerdo para renovar el CGPJ se equivocan. Muchos lo hacen conscientes de la equivocación, por simple partidismo. La mayor anomalía democrática o aberración, si lo prefieren, estaba y sigue estando, después de que los dos partidos mayoritarios se hayan repartido el nombramiento de los vocales, en que sean los políticos los que nombren a los miembros del consejo general de los jueces sin que los magistrados tengan nada que decir. No hay mayor anormalidad en un sistema de contrapesos, como es el democrático, que un poder intervenga otro, acabando de esa manera con la independencia judicial. En España empezó a ocurrir en 1985, cuando el Partido Socialista aprovechó su mayoría parlamentaria para reformar la Ley del Poder Judicial de Adolfo Suárez. El pacto por la justicia acometido después por los populares no arregló nada, más bien perpetuó la anomalía. Ahora es el relato el encargado de mantenerla en pie.

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