Opinión

No mirar para otro lado

Los datos y relatos tras el problema del absentismo laboral

El absentismo por incapacidad temporal del trabajador marcó cifras récord en Asturias en 2023 y se situó el 22% por encima de la media española, según la presidenta de la patronal asturiana FADE. Ante este "imparable crecimiento", María Calvo reclama que se aplique lo negociado y pactado en el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva para paliar el impacto del fenómeno. El crecimiento de las bajas laborales, que han aumentado más en la franja de edad de 21 a 25 años, seguida por la cohorte de 26 a 30 años, causa, afirma, "importantísimos problemas" a las pequeñas y medianas empresas.

Las definiciones y los conceptos son importantes, pero no hasta el punto de sobreponerse al fondo del discurso. Esto es habitual con el concepto de absentismo, por lo que quizás sea más útil dejar su definición para el final. Centrémonos en lo esencial.

Una de las principales preocupaciones de las empresas y, obviamente, de FADE es que, un año más, en el 2023 se marcó en Asturias una cifra récord de incapacidad temporal por causas no laborales. Un 5,9 % (trabajadores de baja al final del periodo), lo que supone un 22% más que la media española, y un 111% más que en el 2014, cuando se inició una curva ascendente hasta nuestros días.

Debemos destacar que lo más alarmante, quizás, sea la velocidad de crecimiento en los últimos años: desde 2019, un 63,5%. Una de las causas es la duración de los procesos. Hemos cerrado el año pasado en Asturias con casi 57 días de media, un 59,1% más que la española, y en lo más alto de la serie histórica.

Lo sorprendente es que estas cifras dejen a alguien sin inmutarse, más aún si se está interesado en la salud de los trabajadores. Pero lo que es verdaderamente anodino es que existan corrientes de opinión donde lo único que importa del absentismo es que salga a la luz, que se ponga en la mesa de las tareas pendientes. Alguna razón habrá, pero la desconocemos.

No será porque la generalidad de los empresarios y sus organizaciones no aborden el problema con un sumo respeto a la enfermedad de los trabajadores y al derecho a tomar la baja laboral correspondiente para reincorporarse, en plenas facultades, a su puesto de trabajo.

Las principales peticiones de las organizaciones empresariales van orientadas, por un lado, al aprovechamiento de los recursos de las Mutuas colaboradoras de la Seguridad Social para mejorar los tiempos de espera, la atención sanitaria de las personas trabajadoras y la recuperación de su salud, así como a reducir la lista de espera en el sistema público. Por otro, profundizar en el estudio de las causas, la incidencia y duración de los procesos.

Ambas, con esta literalidad, vienen recogidas en el vigente Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.

No son las medidas necesarias para ayudar a resolver de forma estructural el enorme y complejo problema, pero sí pueden ser especialmente útiles, en estos momentos de imparable crecimiento, para paliar su impacto.

Nos felicitamos de que las organizaciones sindicales más representativas valoren de forma positiva la aportación que las Mutuas pueden realizar, y así lo hayan firmado con claridad en el vigente Acuerdo de Empleo. Hemos de entender como meros recursos de argumentación sindical poner en duda lo ya firmado sobre el aprovechamiento de los recursos de las Mutuas.

Las principales peticiones son aprovechar los recursos de las Mutuas para mejorar los tiempos de atención sanitaria y profundizar en el estudio de las causas del absentismo

Como es obvio, las organizaciones sindicales más representativas, como parte en las Comisiones de Control y Seguimiento de las Mutuas, son perfectamente conocedoras de que su actuación es sin ánimo de lucro, sin reparto de ningún tipo de dividendo, con rigidísimos controles, incluidos en el ámbito salarial y de actividades, por lo que es casi imposible encontrar una forma jurídica más alejada del estereotipo de "negocio", como de forma tergiversada se pretende colar en ocasiones.

Y junto a una mayor participación de las Mutuas, los datos.

Los datos. Los datos ayudan a acercarnos al problema y a huir de las conclusiones meramente intuitivas. Así, por ejemplo, la edad es un elemento que suele utilizarse con demasiada ligereza. Es obvio que las personas de más edad suelen tener enfermedades más duraderas. Pero si acudimos al sorprendente incremento de los últimos años (2019-2022), observamos que, hablando de Asturias, los procesos que más crecieron, en números absolutos y en porcentaje, fueron en la cohorte de 21-25 años, seguida por las de 26-30 años, 20-35 años y 35-40 años, por este orden. En la cohorte de 61 a 65 años descendió el número de procesos.

Los datos son siempre complejos y hay que analizarlos con cuidado y sin sesgos, si es que queremos resolver el problema, y no enturbiarlo todavía más.

Es una pena que no tengamos datos actualizados de la totalidad del sistema en tiempo real, desglosados por territorio, edad, sexo, régimen, ocupaciones laborales y patologías, por simplificar el deseo. Teniendo en cuenta que todos los datos están informatizados, no disponer de ellos es sorprendente y preocupante.

Por otro lado, y aunque el principal objetivo es una más rápida actuación sobre los procesos de curación, empezando con la diagnosis, y contando con la voluntad de las personas trabajadoras, es un deber mostrar las consecuencias económicas del desaprovechamiento de recursos disponibles para atender la incapacidad temporal no laboral.

Despilfarro. Es relevante, en una economía de recursos escasos, saber y cuantificar que, por no hacer puntualmente una prueba diagnóstica de 200 euros, y disponiendo en muchos casos de recursos y personal de las mutuas para realizarla, estamos incurriendo en una demora innecesaria con un despilfarro de miles de euros de dinero público. Y todo ello sin entrar en el daño que la espera supone para el paciente, tanto en tiempo como, muchas veces, en dinero. O para la economía asturiana y de sus empresas.

Sí, para la economía. Porque no es lo mismo que 13.000 trabajadores en Asturias no vayan un solo día a trabajar en 2023 (que es lo que supone el absentismo por I. T.), que si las cifras se reducen a una tercera parte, como eran en 2019, o, todavía mucho más si fuéramos como la media de las comunidades autónomas.

Es evidente que ni en 2019, ni en 2014 en Asturias, ni en el resto de las comunidades autónomas, situaciones todas ellas con mejores datos que los actuales, se lesiona ni se lesionó el derecho a la curación de los trabajadores.

Y sí. Es absentismo. Tradicionalmente se identifica con tiempo no trabajado, desde las normas a los convenios colectivos, sin entrar en valoraciones. Sin perjuicio de que, luego, se definan las tipologías y las causas para su medición y análisis. Así, las estadísticas tradicionales distinguían las causas ocasionales, como los permisos, y las no ocasionales, como las bajas por incapacidad temporal. Y, dentro de las ocasionales, múltiples divisiones.

En todos los supuestos, sin excepción, la empresa tiene el deber organizativo de verificar la justificación, si existe, y tiene el legítimo derecho a preocuparse cuando las cifras se multiplican sin razón aparente. Tiene derecho a preocuparse si la misma patología traumatológica tarda 50 días por contingencias profesionales (atendido por su mutua) y 97 días en contingencias comunes (INSS), en gran parte por las listas de espera. O si tarda más en su centro de trabajo en Asturias que en Aragón.

Estas diferencias, obviamente, no parecen deberse a condiciones de trabajo precarias dentro de la misma empresa, o a que las enfermedades profesionales están infrarrepresentadas... Estas hipótesis no cuadran muy bien, la verdad, con el hecho de que sean las actividades industriales, con mejores retribuciones medias, y en el sector público, con envidiables derechos laborales, donde el absentismo se dispara.

Pero, bueno, siempre habrá un argumento imaginativo para llegar a la conclusión deseada. Como las malas estatuas religiosas: si tiene barba, San Antón; si no, la Purísima Concepción.

El exceso de absentismo motivado por la indebida gestión de la incapacidad temporal, es decir, todo el tiempo no dedicado a la diagnosis y curación necesaria, es especialmente negativo para el funcionamiento de las empresas debido al entorno en el que se encuentran, sobre todo por la escasez de trabajadores en muchas ocupaciones, que dificulta las sustituciones; el aumento significativo de permisos legales o la anunciada e inminente reducción de jornada laboral máxima.

Todo un conjunto de circunstancias que hacen que, sobre todo las pequeñas empresas y autónomos, tengan importantísimos problemas para organizarse y ejecutar las horas de trabajo imprescindibles para su supervivencia. Los obstáculos para las grandes empresas son auténticos muros para las pequeñas y autónomos.

No minimicemos el problema. Aprovechemos que todos estamos de acuerdo en que la rápida curación de los y las trabajadoras es lo prioritario, seguido por coadyuvar en no despilfarrar de manera ineficaz el dinero público o privado, desterrando polémicas absurdas sobre el nombre de las cosas. Al menos hasta que resolvamos el fondo.

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