Opinión

Reinstaurar el "gobiernín"

Los planes de León para salir de su región e incorporarse a Asturias

Crecen en León las voces que reclaman un “Lexit” cazurro, el abandono definitivo de esa provincia de la comunidad castellano-leonesa, en la que los nativos del otro lado de la cordillera se sienten a disgusto y encorsetados por el poder omnímodo y centralista de Valladolid. Y si antaño reclamaban la reunión del viejo reino, del brazo de Zamora y Salamanca al modo del Prepal, ahora proponen –y lo hacen alcaldes y parlamentarios regionales de todo signo político– la adscripción a Asturias.

¿Le iría bien al Principado extender sus dominios a territorios "subpajarianos"? ¿Resultaría rentable conformar una alianza con el leonesismo en una autonomía biprovincial? Ya se hizo a las bravas en agosto de 1937 y el experimento al modo de un soviet montañoso duró 57 días. El intento del socialista Belarmino Tomás en plena guerra civil irritó tanto al mando franquista en Burgos como al Gobierno republicano, en manos del comunista Negrín. Azaña, presidente de la República, lo llamó jocosamente "el gobiernín", pero lo cierto es que en un arranque de testosterona se creó el Consejo Soberano de Asturias y León, con la mayoría de la izquierda de acuerdo y los principales sindicatos. Establecieron la capital en Gijón, para indignación de Indalecio Prieto, que no se atrevió a intervenir, se emitieron sellos de Correos y una moneda propia. Y al grito de "de aquí no sale ni Dios", se prohibió el abandono del territorio y se estableció el autogobierno, con medidas como el cierre de bares y tabernas o el establecimiento del toque de queda. Se promulgaron edictos y se celebraron juicios, algunos con sentencia de pena de muerte.

No se imagina uno hoy una experiencia parecida, ni la efigie de Barbón en los billetes de curso legal, los "adrianinos" al modo del secesionista Tomás, a quien tanto estima el presidente asturiano. Ni un himno compuesto por el consejero de Ciencia, para interpretar con música de viento de pito chirigota.

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