Opinión | Sol y sombra

Dos tragedias modernas

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. / LNE

El mundo libre vive estos días sobresaltado por dos impactos que supuestamente empiezan a poner en riesgo su existencia tal y como lo conocemos. Por un lado, el derrumbe cognitivo de Biden, algo ya sabido pero que se ha agudizado a raíz del debate presidencial. Por otro y más específicamente en Europa, la victoria arrolladora del domingo de la ultraderecha en Francia después del paso en falso dado por Macron. Somos cada vez más los que nos preguntamos por qué el presidente francés decidió pegarse un tiro en el pie cuando ya apenas nadie en el viejo continente creía que volvería a repetirse un tonto de la magnitud de Cameron convocando el referéndum del brexit en el Reino Unido. Pero, como ven, así son las cosas.

El declive de Biden, no obstante, se presenta como un hecho bastante más sobrecogedor. En primer lugar, porque de él puede beneficiarse un sujeto abominable llamado Trump. Y también por existir la posibilidad de que el candidato demócrata pueda salir elegido presidente en pleno deterioro de sus facultades mentales. Ambas circunstancias serían temibles para el electorado de un bando o de otro. También para las sociedades garantistas occidentales, en general, que se verían condicionadas frente a sus grandes amenazas al no disponer del paraguas protector de Estados Unidos.

Da la impresión, además, de que el estallido populista no ha dejado de recibir impulsos de quienes lo temen. Los demócratas, dada la situación de Biden, podrían haber elegido con tiempo otro candidato más razonable para la Casa Blanca. Macron, ahorrándose la convocatoria electoral tras la advertencia de las europeas, hubiera impedido, al menos por ahora, una tendencia creciente del lepenismo en Francia trasladada a las urnas. Pero igual que sucedió en la caída de Constantinopla, es como si la historia se conjurase en el olvido de no echar la tranca a la poterna de Kerkoporta durante el asedio turco. Ser descuidados forma parte desde entonces de las tragedias modernas.

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