Opinión | Sol y sombra

Segunda vuelta

En elecciones a dos vueltas, como son las legislativas francesas, se suele decir que en la primera ronda eliges, y en la segunda eliminas. Esta vez, en medio de retiradas y resistencias políticas, el problema radica en a quién eliminar. Para frenarle el paso a la extrema derecha o derecha nacionalista de Le Pen hay que votar a la Francia insumisa y radical de extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Para muchos supone, como se suele decir, escoger entre la peste y el cólera.

El frente republicano ya no es igual de relevante que en otras ocasiones cuando surgía la amenaza del radicalismo de derechas. La perspectiva de que RN llegue al poder asusta a la izquierda y al bando de Macron. Se percibe y se presenta como un peligro para Francia, pero aparentemente ya no existe la misma movilización que en 2002, por ejemplo, cuando Jean-Marie Le Pen fue elegido para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Las cuestiones políticas que ahora se dirimen son diferentes con tres bloques meridianamente opuestos.

Jordan Bardella, el candidato lepenista, repite que el verdadero frente republicano lo encarna la agrupación nacional que lidera. Para él, esa es la gran diferencia con respecto a elecciones anteriores. Recuerda a los franceses que tienen que escoger entre dos caminos: la coalición de patriotas y republicanos que dirige, defensora de Francia y que también protege a la República de quienes la amenazan, o la alianza de los peores –la extrema izquierda– y un primer ministro como Mélenchon, ambiguo respecto al creciente antisemitismo, partidario de desarmar a la Policía, de imponer un infierno fiscal, del desorden y la insurrección. Le parece lamentable que Emmanuel Macron apoye algo así después de haber dicho que combatiría a los antisemitas y el comunitarismo de la Francia Insumisa. Una, la derecha nacionalista, apoya a Viktor Orbán; otra, la izquierda radical, a Maduro y a Irán. Las dos, a Putin. Planea, más que nunca, la incógnita de un mal menor y un bien peor.

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