Opinión

La derechona se larga del poder

La ruptura de Vox con el PP en los gobiernos autonómicos

Colorín, colorado este cuento se ha acabado. Vox se larga de los cinco gobiernos autonómicos que compartía con el PP. Feijóo debe respirar tan aliviado como lo hizo Pedro Sánchez el día que Pablo Iglesias abandonó la vicepresidencia. La salida de los de Abascal trasluce perfectamente lo que son: la derecha fanfarrona, la derechona. Ni siquiera llegan a la sofisticación de Le Pen o Meloni. No son la reencarnación del nacionalsindicalismo. Son una amalgama de señoritos como el protagonista de "Los Santos Inocentes" o de la serie "El marqués" de Tele 5 revueltos con integristas católicos, liberales de matriz venezolana y resentidos del PP. Les ha unido la expectativa de conseguir el poder no sin tensiones internas. Pero el poder les aburre porque, como en el caso de Podemos, son más activistas que políticos y hoy seguramente unos se sentirán liberados para volver a sus negocios que nunca dejaron y otros empezarán el camino del retorno al PP completando su trayectoria más habitual: de Fuerza Nueva al PP, del PP a Vox y vuelta al PP. Ojo que el malestar que ha alimentado a Vox, como el que en su momento alimentó a Podemos en el otro extremo del arco, sigue ahí y no se puede menospreciar. Pero el juguete que ahora se alimenta de ese malestar se ha empezado a romper.

La salida de Vox de los gobiernos autonómicos de la cuarta economía de la UE, la división de la extrema derecha en el Parlamento europeo en tres grupos, la bofetada de Le Pen en Francia y la renovación de la coalición de gobierno en la UE podrían ser indicadores de un cambio de ciclo en las expectativas electorales de la extrema derecha, del nacionalismo imitador de Trump. La victoria de los demócratas en noviembre podría ser el empujón definitivo, pero Biden está cada día más lejos de conseguirlo. Estos artefactos amasan componentes muy heterogéneos con el cemento de una inminente conquista del poder y cuando se aleja esta posibilidad o cuando se concreta y obliga a deshacer la ambigüedad, sufren importantes movimientos centrífugos. Si Feijóo sigue jugando bien sus cartas, Vox puede entrar ahora en esa dinámica.

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