Opinión | Sol y sombra

La ultraderecha útil para la izquierda

El Partido Popular tenía que resolver en algún momento el problema que Vox le supone en cuanto al votante moderado y su propia conciencia ética. Y Vox se lo ha puesto ahora en bandeja rompiendo en los gobiernos autonómicos con una excusa menor para no verse desbordado en el extrarradio de la irracionalidad más absoluta por el grupo antisistema de Alvise Pérez, que ya es hablar de asilvestramiento.

No es ya la crisis migratoria, originada en gran medida por una mala gestión del Gobierno y por la falta de una política racional negociada, ante la invasión de los que huyen del hambre y de las represiones, el despropósito es achacar a los niños migrantes, que son una simple cuestión solidaria, el trasunto del órdago ultra en los gobiernos regionales. Los populares, arriesgándose por un lado y perdiendo de vista al socio incómodo por otro, han hecho bien en no ceder frente al chantaje de Abascal. Aunque el Gobierno se frote las manos. Ya lo lleva haciendo un tiempo gracias a los tontos útiles de siempre y a los que les votan y a la vez confiesan que quisieran ver lo más lejos posible de la Moncloa a Sánchez. Vox es una tragedia en todos los sentidos, y en este todavía más, para las aspiraciones del centroderecha de volver a gobernar. Es el aliado electoral perfecto del presidente del Gobierno por la repulsa que transmite en un amplio sector del electorado. Sánchez se aprovecha de ello señalando al PP por las alianzas que mantiene. En ausencia de ellas, intentará beneficiarse socavando el poder autonómico del rival.

Los populares se han mostrado hasta ahora dubitativos con la ultraderecha populista. Aunque su grado de aceptación del radicalismo retrógrado y xenófobo de Vox, en comparación con los socialistas, solo se puede calibrar teniendo en cuenta que el otro partido que rechaza a los niños migrantes es precisamente el supremacista Junts, que invistió a Pedro Sánchez y sostiene al Gobierno. No hay que olvidarlo.

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