Opinión

Moralina, moral y fe

La utilización de la inmigración para provocar división entre regiones

Detesto la moralina pero considero la moral el principio que debe regir los pasos del ser humano. Dice Errejón que oponerse a acoger a treinta niños es miserable y no puedo estar más de acuerdo con él. Sabrá Vox por qué ahora rompe los acuerdos con el PP y sus votantes aprobarán quizás, convencidos o manipulados por el miedo hacia los extranjeros que con tanto oportunismo como habilidad han ido inoculando en ellos, el modo autoritario en que su líder ha tomado la decisión, aunque el compromiso de rechazar a los menores si las comunidades que los reciben necesitaran de la solidaridad de otras para acogerlos no estuviera entre sus acuerdos.

Utilizar un tema crucial para los derechos humanos como la inmigración para provocar división y tensión entre comunidades revela un sentido de Estado más bien nulo y un ansia partidista que el Gobierno central ni siquiera ha ocultado, usando la crisis, que innegablemente es responsabilidad suya, para intentar debilitar los gobiernos de las autonomías de la derecha.

Pero las palabras del joven diputado son sabias como lo son las de Cayetana Álvarez de Toledo cuando recuerda que solo Junts, ERC y Vox han rechazado un reparto solidario de menas entre españoles. Canarias es España y España es una nación, le recuerda a Abascal, así que qué alternativa propone el tan cristiano y conservador político: ¿hacinarlos eternamente en Canarias o tal vez echarlos al mar?

Por otro lado, en estos momentos de desconcierto, del todo vale y paradójicamente de rechazo al diferente, es gratísimo también escuchar entre tanta barbaridad y vaciedad a una persona valiente con las convicciones profundas de quien piensa en trascendente y no se avergüenza.

Así, lo mismo que enorgullece ver a Yamine, Nico u Olmo defender los colores españoles mientras disfrutan, lo hace escuchar las palabras sabias de su sabio entrenador cuando le preguntan si es supersticioso porque se santigua cada vez que empieza un partido: –Eso no es superstición, es fe. Así, con esa sencillez, defendiendo su derecho a creer entre tanta superchería. Qué gusto.

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