Opinión

El tiro falló por culpa de Trump

El candidato republicano dispara sus expectativas de triunfo

Bienvenidos al shock de que la víctima también puede ser una persona odiosa. Si ya era imposible hablar de Trump como si se tratara de un bípedo más cuando solo estaba vivo, imaginen tras su resurrección triunfal de entre los casi muertos. Sus innumerables enemigos no le han concedido ni un lapso de adaptación al mundo de los redivivos. En esta visión radical, el expresidente estadounidense no solo tiene la culpa de su atentado, sino sobre todo de la pésima puntería de un asesino que había sido expulsado de su club de tiro por incorregible.

Es posible que se haya ganado cada pulgada de odio, pero a Trump no le habrían concedido una tregua ni aunque le hubiera estallado la cabeza en público como una granada. Véase la grabación canónica de Zapruder sobre el asesinato de Kennedy, otro caso de magnicidio ante la indiferencia estupefaciente del Servicio Secreto. Los alterados no exigen que se investigue la naturaleza del atentado, sino las razones por las que fracasó. De no haber sido oportunamente eliminado, el tirador tendría que rendir cuentas a los enardecidos adversarios del magnate. Mientras tanto, el candidato y expresidente se ha erigido en protagonista absoluto de la actualidad, el papel en que mejor se desenvuelve. Los jefes de campaña sopesarán la contratación de tiradores, tal vez algo más experimentados, para disparar literalmente las expectativas de sus clientes.

Trump funciona a golpes en la invasión del Congreso, y a tiros en la intentona de asesinato que lo muestra impávido, casi comprensivo. Genera un odio tal que arruina las prevenciones de sus enemigos, los cuales analizan de repente a las víctimas bajo el prisma de que quizás merecen su destino, por incitación previa a la violencia. De nuevo, es más fructífero preguntarse sobre el hechizo masivo que este fenómeno televisivo ejerce sobre decenas de millones de adeptos con voto. Trump no es un mártir, y el balazo que lo aureoló tampoco redime sus excesos pasados o futuros, pero sería interesante contemplar la reacción ante el fuego enemigo de quienes insisten en subestimar al expresidente renacido.

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