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Los concejos prometen mano dura con los chiringuitos del río Sella

Ribadesella, Parres y Cangas de Onís anuncian la coordinación de Guardia Civil y Policía Local para atajar los puestos ilegales

Un policía local pide documentación a los trabajadores de uno de los chiringuitos de la ribera del Sella. EVA SAN ROMÁN

Efectivos de la Guardia Civil y de las policías locales de tres municipios coordinarán esfuerzos para acabar con la venta de bebida ilegal en la ribera del río Sella. Los alcaldes de Ribadesella, Cangas de Onís y Parres quieren erradicar los chiringuitos ilegales que, cada verano, se instalan en distintas zonas del caudal más descendido de la región.

Llevan intentándolo años, pero no acaban de lograr suprimirlos en su totalidad. Es cierto que en los últimos tres lustros ha descendido la presencia de los chiringuitos en un 60 por ciento, pero aún hay un porcentaje que persiste en mantener viva esta actividad que, denuncian las autoridades municipales, no solo es ilegal, sino que además es insalubre. Los regidores están cansados y en su lucha por mostrar un destino turístico de calidad se incluye acabar con estos puntos de venta que ni cumplen parámetros legales ni ofrecen una imagen apta para la aspiración municipal.

Esta misma semana, Ramón Canal (alcalde de Ribadesella), José Manuel González Castro (Cangas de Onís) y Emilio García Longo (Parres) trasladaron su preocupación y pidieron el apoyo férreo y decidido de la Delegación del Gobierno en Asturias.

"La presión que se hace por parte de los Ayuntamientos ha servido para ir minimizando la presencia de los chiringuitos, pero no ha sido suficiente; ahora queremos conseguir la erradicación con el apoyo de la Delegación del Gobierno de quienes necesitamos ayuda", explicó ayer el alcalde de Cangas de Onís. Y es que en esta ocasión la importancia de la legalidad no solo es importante por una cuestión administrativa, "aun siendo importante la legalidad en sí, que lo es; este verano nos preocupa más la salud de quienes nos visitan y de nuestros propios vecinos", asume el regidor.

Una premisa que apoya el alcalde riosellano. "Es cierto que es un agravio comparativo con quienes mantienen en regla sus impuestos por el desarrollo de la actividad hostelera en sus negocios, pero este año se nos plantea además la problemática de mantener una serie de medidas de seguridad para evitar la propagación del coronavirus", subraya Canal. "La gente que baja en canoa para y se amontona en estos chiringuitos sin mascarilla, sin distancia social y sin ningún tipo de control", abunda.

Es por eso que "se harán más actuaciones" de forma aleatoria "por parte de la Guardia Civil y la Policía Local". El Servicio de Protección de la Naturaleza, Seprona, aumentará su presencia en la ribera del río Sella donde, lamenta Canal, "hasta ahora quitábamos un chiringuito y cinco minutos más tarde volvía a ponerse otro o el mismo; no necesitan infraestructura, solo van a sus vehículos una vez requisada la mercancía que vendían y vuelven a sacar más para poner a la venta cuando se van los efectivos de seguridad de la zona". Son el top manta del río Sella y, como tal, su erradicación es complicada y requeriría una presencia permanente de efectivos de seguridad. Algo inviable.

El efecto, hasta la fecha, ha sido controlable en parte. Ahora, el aumento policial aspira a que este verano desaparezca, por completo, la presencia de los chiringuitos ilegales del Sella.

La llegada del coronavirus ha hecho que el ya de por sí pujante descenso en canoa por el Sella sea una de las actividades más demandadas, por desarrollarse en plena naturaleza, algo que los turistas del verano de la covid-19 están eligiendo para sus vacaciones.

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