Así vivían los lejanos moradores del concejo de Piloña

El yacimiento de El Castrillón de Entrialgo sigue arrojando luz sobre la ocupación de la zona con cimientos de cabañas prerrománicas y materiales datados en los siglos I y II a.C.

Yacimiento arqueológico de Antrialgo, en Piloña

Yacimiento arqueológico de Antrialgo, en Piloña / J.Quince

J.Quince

El Castrillón de Antrialgo, en Piloña, aún tiene mucha información que ofrecer. El equipo de investigadores que estudia el yacimiento acaba de concluir la séptima campaña arqueológica con hallazgos reveladores que continúan arrojando luz sobre la ocupación histórica de la zona. Entre sus nuevos descubrimientos destacan restos de muralla, un hogar y piezas cerámicas empleadas para fundir hierro en una cabaña ovalada de época prerromana de la que se conservan sus cimientos.

Desde el inicio de las excavaciones en 2018, se ha profundizado en localizar las estructuras del castro y la forma de vida de aquellos antepasados que habitaron la zona en épocas pasadas. Antes de iniciar ninguna intervención arqueológica ya había indicios de que existía un poblado y una ocupación medieval, romana y prerromana: "Sobre todo por la toponimia. Además, aparecían referencias en el diccionario de Pascual Madot del siglo XIX sobre una torre medieval que se veía desde Villamayor", explica Irene Faza, miembro del equipo arqueológico. "Los propietarios de los terrenos también habían encontrado piedras de origen anterior, incluso alguna fue reutilizada para la fachada de una casa", añade.

A pesar de estas señales, el uso de un georradar para delimitar estructuras iniciales no arrojó resultados positivos. El terreno, muy alterado, no permitió identificar nada hasta realizar los primeros sondeos que revelaron distintos materiales. En las primeras campañas, además, se encontraría un camino romano que rodeaba el castro, poniendo de manifiesto la romanización de la zona.

Sondeos en las áreas más elevadas del yacimiento permitieron delimitar zonas de habitación con cabañas prerrománicas identificadas por la presencia de restos de cerámica, huesos y hogares: "Fechamos unos carbones en el siglo II antes de Cristo y, este año, al volver a hacerlo, también pudimos encontrar evidencias del siglo primero antes de Cristo", concreta Faza.

Durante esta séptima intervención han logrado delimitar parte de la muralla y localizar un hoyo de poste en la misma, lo que proporciona información valiosa sobre el sistema de construcción: "Creaban un sistema de aterrazamiento y sobre estas terrazas construían una empalizada de madera".

Sin embargo, la escasa altura que se presupone de la muralla indicaría que no se utilizaba de forma defensiva contra enemigos. La forma constructiva de este castro del Oriente se asemeja a los hallados en Cantabria y se diferencia de los del Occidente de Asturias: "No tienen nada que ver, no parece que estuvieran militarizados, eran más bien agricultores y ganaderos", apunta Ia arqueóloga, "esto nos permite avanzar en la investigación científica y ver que en la misma época había otros tipos de poblados con otras características y otra forma constructiva".

En cuanto a los restos encontrados de las cabañas, los arqueólogos intuyen, por su tendencia ovalada, que esas construcciones fueran circulares. Además, muestran una construcción con el tradicional "cebatu" asturiano y revestimiento de barro con una vida útil bastante efímera, de apenas tres décadas, y con sucesivas reconstrucciones superpuestas sobre los mismos cimientos: "Eso habla de la riqueza y herencia cultural que se fue transmitiendo a lo largo de los siglos y que pervivió durante tantos años".

Fusayola hallada en el yacimiento de Antrialgo

Fusayola hallada en el yacimiento de Antrialgo / J.Quince

Entre los descubrimientos más interesantes destaca un hogar de gran tamaño que se halló justo en el corte de la excavación y que permite delimitar el interior y exterior de la cabaña, además de otros materiales: "Encontramos fusayolas y numerosos crisoles que se utilizaban para fundir el hierro junto con pequeñas piezas que indican la proximidad a los hornos de fundición", puntualiza el arqueólogo Adrián Piñán. "Esta zona es un buen filón con evidencias de actividad productiva que dan pie a saber cómo vivían. Eran una sociedad autosuficiente".

No obstante, toda esta fuente de riqueza de material histórico parece todavía tener mucho que decir: "El yacimiento nunca se agota arqueológicamente. En todas las campañas encontramos cosas interesantes", sostiene Irene Faza.

La séptima campaña concluyó el pasado viernes tras una semana en la que el yacimiento de Antrialgo pudo mostrarse a los escolares de Piloña y al público en general mediante varias visitas guiadas. Las excavaciones, que cuentan con financiación del Ayuntamiento piloñés y de la parroquia de Villamayor, continuarán el verano que viene. Mientras tanto, la investigación, que está a la espera de una subvención de la Consejería de Cultura, se centrará en el análisis de laboratorio de los últimos hallazgos.