Porrúa en Bolas convierte la localidad en una pinacoteca al aire libre

Obras reivindicativas, divertidas y emotivas ocupan los espacios verdes del pueblo llanisco tras la clausura de la IV edición de este festival artístico

J.Quince

A la entrada de Porrúa, por Celorio, los deslumbrantes ojos de un búho pintado en una bola de silo, parecen devolverle la mirada al visitante. A la salida, hacía Parres, son unos elegantes caballos a pie de carretera los que lo despiden. En el medio del trayecto, decenas de originales obras invitan a recorrer esta colorida ruta por la localidad llanisca que se ha convertido en una auténtica pinacoteca rural al aire libre. Quince artistas aturianos o con vínculos con la región han dejado su impronta por los distintos enclaves del pueblo tras participar en la IV edición del Festival Artístico "Porrúa en Bolas".

Las bolas muestran todo tipo de diseños, algunas de ellas con protagonistas zoomórficos o fantásticos como el buho de Paula Rubio, los caballos de Eliza Southwood, el dragón de Nel Gutiérrez, las alpacas de Raquel Lobo o los mapaches de la artista francesa afincada en Arriondas, Eva Myvalova. "Adaptándome a la cultura asturiana descubrí el círculo cerrado de reciclaje de las botellas de sidra, una tradición que he querido representar con la compañía de los mapaches", cuenta.

Obras también emotivas que evocan a la infancia, como la de Inés Benito. Porrúa le ha inspirado una sensación "agradable", como la que le produce "pasar un día con la abuela": "He dibujado esa fantasía de la infancia con un cerdo volador, una pitina regando las plantas, la abuela y su plato típico con huevos con patatas", explica. Otros artistas se atreven con mensajes más reivindicativos como Elise Florentino, quien presenta una protesta que alude a la guerra de Gaza: "Represento la resilencia de la naturaleza con margaritas que simbolizan que siempre se puede crecer a pesar de las situaciones difíciles".

Pero el arte no entiende solo de pintura, sino que responde a más variedades técnicas. En su caso, la diseñadora Llucia Miravalles también pudo servirse de una bola de silo para expresar con la estética su talento: "Hice una intervención textil con la que traté de replicar los trajes de aquí de Llanes". Su bola, ubicada frente al Museo Etnográfico cuenta con un pañuelo de aldeana de diez metros, unos grandes labios rojos y dos ojos bordados con abalorios y telas que se usarían en el propio traje tradicional de las llaniscas.

Tras cuatro días de festival, los artistas señalan que ha sido una experiencia interesante, una oportunidad para compartir sinergias, así como disfrutar del paisaje y paisanaje de Llanes: "Es una experiencia bonita que te permite compartir espacio con otros artistas. Además la gente de aquí es muy maja y te hacen serntir como en casa", cuenta Lucía Astuy.

La IV edición de Porrúa en Bolas finalizó ayer con una multitudinaria sesión vermú que contó con las actuaciones de El Velcro y Lady Llagar. Vecinos y visitantes podrán contemplar las bolas terminadas siguiendo la ruta artística por la localidad, cuyos puntos clave pueden localizarse a través de un mapa digital.