Opinión

Benito M. Traviesa Suárez

Ponga: próspero pasado, poco presente y muy incierto porvenir

Conocí el concejo donde nací en 1964; tenía al menos seis veces más población que la actual, una cabaña de ganado que superaba en igual o mayor proporción a la de hoy, una explotación maderera racional de los montes de Peloño, Semeldón o El Pedrosu que generaba buenos y periódicos ingresos al Ayuntamiento., las cantinas con leche desnatada que también se bajaban diariamente a La Nestlé, la explotación cinegética de sus recursos naturales y finalmente, una comunicación diaria por carretera con Cangas de Onís, a través de la línea de Narciso Díaz, medio a través del cual no solo se transportaban personas sino también mercancías y toda la correspondencia del concejo.

Las ferias de ganado que se realizaban en Ñoceda, Beleño o en cualquier otro pueblo eran una fiel demostración de tres cosas: la gran cabaña ganadera que existía, la sana competencia entre ellas, pero sobre todo la honradez demostrada por encima de todo en los tratos. Cuando un precio acordado con el tratante de turno se sellaba con un simple apretón de manos, ese trato iba a misa.

Además, dos fueron las industrias propiamente dichas que tuvo el concejo, que cito por orden cronológico: la ferrería de Soto Rodrigo, a finales del siglo XIX, y la central hidráulica de Ponga, de principios del XX, todo lo cual generaba una actividad económica añadida que implicaba también el crecimiento y asentamiento de su población. Por cierto, de estas dos actividades industriales ni siquiera queda referencia o restos de sus instalaciones -que los hay- en el centro de interpretación de Beleño, aun contando para su implementación con el asesoramiento de una comisión mixta.

Sin embargo, esa etapa de prosperidad que tuvo el concejo no fue aprovechada racional ni integralmente. Me refiero, claro está, a la explotación maderera del Monte de Peloño. 

Recordaré siempre las cientos de carrocetas, entre ellas una de Casa Delfín, conducida por Luis o Miguel, que bajaban con rollas de madera extraídas de Peloño por una carretera más estrecha y peligrosa que la actual, a los aserraderos de Cangas de Onís, Arriondas o incluso de Infiesto, sin crear en Ponga un solo aserradero o carpintería que transformasen esa materia prima en puertas, ventas o armarios generando así al concejo más actividad económica, valor agregado y puestos de trabajo también, excepción hecha del taller de ebanistería de Javier Rodríguez Gallinar, único superviviente en Beleño.

En cualquier caso, la vida humana y económica que tenía el concejo en prácticamente todos sus pueblos –incluidos los localizados en la agreste zona de Los Beyos –era inconmensurablemente mayor comparada con la actual, incluyendo también los servicios de escolaridad distribuidos por cada pueblo y el de medicina centralizado en la capital del concejo. 

Y todo ello administrado honradamente por un Ayuntamiento de Beleño, compuesto por un alcalde del lugar más 5 o 7 concejales (no más) cuyos dietas o sueldos, teniendo seis veces más actividad que el actual, fueron sin duda irrisorios.

Frente a estos hechos que cualquier pongueto de mi edad puede certificar, ¿cuál es la realidad actual de Ponga?  En un artículo que publique en LA NUEVA ESPAÑA el 11 de agosto de 2022, titulado “¿Quo vadis así, Ponga?”, comentaba que nuestro concejo tenía censadas un total de 574 personas (10% de ellas por motivos puramente cinegéticos) de las cuales solo habitaban permanentemente en él 346. Solo este dato (sin entrar a analizar la pirámide poblacional), nos da idea de la densidad actual del concejo, 1,68 habitantes/Km² y lo que ello supone de condicionante para su desarrollo económico.

Solo dispongo de un dato comparativo de los animales existentes en Sobrefoz en 1959: 1.150 vacas; 70 yeguas; 150 ovejas y 120 cabras. Todo lo cual suma 1.490 reses, lo que supone 1.127 más que en 2023.  

Cuadro.

Cuadro. / LNE

El cuadro anterior resume, incuestionablemente, de qué actividades económicas depende hoy la economía del concejo, además de los ingresos por el canon cinegético, las pensiones y subvenciones que perciben también sus longevos habitantes.

Todos los pueblos, regiones o países fueron evolucionando pasando gradualmente de economías primarias (siempre indispensables) a economías secundarias y de estas a las terciarias o de servicios. No ha sido ésa la evolución de Ponga, que primero perdió las dos únicas industrias que tuvo, luego la explotación de sus recursos madereros y ahora también la de sus ganaderos y cabañas de ganado, sin ninguna solución de recambio que sea capaz de retener población o incluso acrecentarla. 

¿Qué alternativas nuevas hay para radicarse en Ponga, revertir el imparable deterioro de su población (en número y edad media de sus vecinos) y con él la actividad económica del concejo? 

Algunos alcaldes propusieron la concesión de una determinada cantidad por la radicación de nuevos habitantes en el municipio, iniciativa encomiable sin duda si junto a ella queda claro que vivirán en el futuro esos nuevos vecinos y cuánto tiempo mínimo residirán allí.

A falta de la radicación de nuevas empresas en el concejo, verdadero motor de crecimiento real, algunas de las propuestas podrían ser estas: 

  1. POTENCIAR EL SECTOR GANADERO: Si no en cantidad sí al menos en calidad del ganado a criar. La riqueza de excelentes pastos, agua, etc. permite tener una ganadería selecta (conseguir la denominación específica en favor de la vaca pongueta sería un gran objetivo) si al ganadero actual o futuro, se le facilitan también los medios para su explotación: pastores eléctricos, collares de localización (todo ello condicionado a tener una red de internet fiable y segura), cuadras para su alojamiento invernal no inferior a 70-100 animales, un aprovisionamiento de piensos para la etapa invernal a precios competitivos, una asistencia veterinaria constante, unos seguros que cubran los siniestros que puedan tener con niveles de primas asumibles, etc. garantizando además a los ganaderos la venta de sus reses en condiciones competitivas, a las grandes superficies radicadas en Asturias o fuera del Principado y todo ello, además, sin el agobio administrativo que deban llevar para el control de sus explotaciones. La triste y desoladora experiencia de las recientes huelgas del sector en toda Europa respecto de las nefastas repercusiones de la actual PAC, deberían servir para una seria reflexión y pronta rectificación. En la Sierra de Pondies, en Cadenaba y otros lugares del concejo se pueden criar y explotar una buena cabaña de cabras y con ello generar no solo carne, sino también parte de la leche necesaria (la restante se traería de los concejos limítrofes o de fuera) para montar en Ponga una fábrica de quesos propia (si encontramos, como en Caso, otra Marigel Álvarez) y no tener que depender como hasta ahora de la quesería La Collada, en Cirieñu (Amieva), que con tanta dedicación y esfuerzo llevan adelante Salvador, Pilar y Aurora, madre e hija, sin cuya producción la publicitada fiesta del Queso de Los Beyos, en San Juan de Beleño, dejaría de existir. Otra actividad ganadera, como la crianza y explotación del cerdo astur-celta a nivel industrial se podría acometer si se promueve también debidamente este tipo de industria.
  2. POTENCIAR EL TURISMO. Ponga siempre estuvo aislada por carretera y la posible conexión con Castilla vía Ventaniella, como la idea de un túnel para comunicar Caso con Ponga, fueron sueños o aspiraciones que no tuvieron, hasta ahora, un apoyo político expreso plasmado en proyectos concretos, planes de financiación, etc. Aun así, hoy las vías de acceso desde la carretera del Pontón cruzando el Puente Los Brazos a Beleño o continuando por dicha carretera en dirección a Puente Huera con desvío hacia Viego está en mejores condiciones que estuvo. Sin embargo, el acceso directo a Ponga sigue estando hoy fuera de los centros de mayor atracción turística: Cangas de Onís, Covadonga, Benia de Onís, etc. y ello supone un condicionante importante para el desarrollo de esta actividad. Falta por identificar a Ponga con algún hecho relevante o ruta que la distinga de las demás. Por ejemplo, una película que relatara la vida de Martín Llamazales o Martinón de Llué. Como también la bonita ruta desde Les Bedules a Arcenorio con un transporte público incluido que permitiera, durante los meses de verano y festivos, su acceso a familias con niños, al igual que en Bezanes (Caso) disponen del “Taxi al Paraíso” hasta Brañagallones, sistema que favorecería también el acceso desde Sobrefoz a Ventaniella y en particular el día de su fiesta patrona. También haría falta promocionar más una ruta muy atractiva y fácil de realizar, la circular por San Juan de Beleño con bifurcaciones a Sobrefoz o Abiego, la PR AS-123 y todo ello, claro está, terminando de reparar de una vez el tramo de la carretera Sobrefoz-Retortorio. Y mantener La Casona de Mestas, buque insignia de nuestra hospedería, en perfectas condiciones de funcionamiento, comenzando por adecentar el balneario de aguas termales, aprovechamiento de la temperatura de esas aguas para calefaccionar el local. 

En resumen, además de promocionar el asentamiento (siempre condicionado, claro) de nuevas personas en el concejo ¿qué ofrece nuestro Ayuntamiento para que los empresarios decidan instalarse en Ponga? Habría que conseguir una explotación mixta entre alguna de las grandes superficies con los ganaderos residentes en Ponga para la cría y explotación en común de vaca pongueta, cabra y cerdo astur-celta. Así como también una “join venture” con alguna cadena turística relevante para promocionar Ponga y atraer un turismo selecto (no masivo) al concejo podrían convertirse en elementos tractores para dinamizar la paupérrima economía del concejo e intentar salir de la decadencia en que se encuentra.

De no ser así y de continuar como estamos, que Ponga se convierta en el primer cementerio ecológico de Asturias será una triste realidad.