Los fondos antiguos de las bibliotecas son "una caja de sorpresas que hay que abrir y mirar"

La jefa de sección de la Universidad María José Ferrer apela a las posibilidades de la digitalización

María José Ferrer, en el RIDEA.

María José Ferrer, en el RIDEA. / Mario Canteli

A. Rubiera

A. Rubiera

La actual sociedad digital ofrece un mundo de posibilidades para los fondos antiguos de las bibliotecas. Lo sabe bien María José Ferrer Echávarri, jefa de la Sección de Asturias y Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, quien el lunes planteó en el RIDEA que la digitalización de fondos puede darle más visibilidad de la que han tenido nunca unos libros que siempre han sido joyas mimadas y cuidadas por los bibliotecarios y los estudiosos. Ferrer participó con su conferencia titulada "Patrimonio Bibliográfico en la Sociedad Digital" en el ciclo del RIDEA sobre "Acceso a la información, nuevas tecnologías y viejas bibliotecas", que coordina Gema Martínez.

"Nadie se libra de la sociedad digital y nosotros y nuestros libros, tampoco", reconoció Ferrer que hizo un repaso de muchas iniciativas y proyectos que se están llevando a cabo en Universidades de toda España para dar más visibilidad a sus fondos antiguos y que se conozcan mejor.

En Oviedo la Biblioteca Central es la que tiene la mayor dotación de fondos antiguos que se cifran en unos 50.000. Y solo unos 3.000 están digitalizados y subidos al repositorio institucional de la Universidad de Oviedo. "Nuestra prioridad es avanzar en esa digitalización, para lo cual vamos a tener que pedir subvenciones, pero también nos interesa mucho hacer proyectos con los docentes porque se pueden hacer muchas cosas", sostiene la responsable.

Para Ferrer gracias a la digitalización el patrimonio bibliográfico antiguo "sobrevive, sale del armario y hace nuevos amigos", hiló en clave didáctica. Sobrevive porque acaba siendo una fórmula "para preservar tanto el contenido como el continente con muchísimas ventajas". También "sale del armario" porque se expone al mundo desde los repositorios institucionales a los que se accede desde la web de la mayoría de las universidades, y "hace amigos" porque hay "múltiples fórmulas", que les acercan a públicos especializados y no especializados. Desde iniciativas lúdicas "como las de colorear grabados de libros antiguos" que llevan a cabo en la Universidad de Zaragoza, a otras de más calado investigador.

Al final quedó su mensaje: "Los fondos antiguos son una caja de sorpresas que hay que abrir y mirar". Y ahora, con la digitalización, puede ser más fácil. El ciclo concluye el próximo lunes.