Despedida por todo lo alto a la temporada en la Sociedad Filarmónica

El pianista Fernando López Blanco y la violinista Valeria Zórina brillan en el final de la programación

Fernando López Blanco, al piano, con la actriz Gemma de Luis, en primer término, ayer, durante el concierto.

Fernando López Blanco, al piano, con la actriz Gemma de Luis, en primer término, ayer, durante el concierto. / Mario Canteli

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Con el décimo tercer concierto de la temporada, la centenaria Sociedad Filarmónica cerró sus puertas, en el presente curso 2023-2024 de la mano del "Ensemble Ars Mundi", una formación habitual en el teatro de la calle Mendizábal que siempre ofrece excelentes resultados artísticos y que, dada su vinculación con la capital del Principado, atrae a una concurrencia mayor de lo habitual.

La velada, subvencionada por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y patrocinada por la Fundación EDP y LA NUEVA ESPAÑA, entrañaba un programa ecléctico y atractivo que comenzaba mediante el archiconocido "Adagio para cuerda" de Samuel Barber. Yuri Nasushkin, director de la agrupación camerística, guio acertadamente a sus pupilos a través de la partitura, después de comentar el placer y la responsabilidad de actuar, una vez más, en la "cuna musical de la ciudad".

La segunda de las obras suponía un cambio de tercio. "El pulso del lamento. Breve lamento lorquiano" dejó sobre el escenario al pianista Fernando López Blanco y a la actriz Gemma de Luis para recrear escenas teatrales de gran dramatismo gracias a la acertada declamación de Gemma y a la cuidada ejecución de López Blanco. Sin duda algo diferente alejado de los cauces más convencionales (juego de luces incluido) a los que está acostumbrado el público.

Tras una breve pausa, el "Ensemble Ars Mundi" volvería al escenario junto a la solista Valeria Zórina (violín) para interpretar los cuatro conciertos para violín, cuerda y clave de Vivaldi. O lo que es lo mismo, las "Cuatro estaciones". La formación arropó con mimo a una solista pletórica que se lució en los pasajes de mayor velocidad sin descuidar, en ningún momento, una musicalidad muy expresiva, potenciada por el esmaltado timbre de su violín.

Muy ajustados en tempo y volumen, rubricaron una gran actuación y regalaron un par de bises al público que valoró el esfuerzo de los músicos con nutridas salvas de aplausos.

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