Cuando la Oviedo parece Venecia: varias calles de la ciudad se convierten en "una balsa" cuando llueve con intensidad

El Ayuntamiento estudia actuar en algunos "puntos sensibles" para tratar de evitar las inundaciones  

Paulino Sánchez, en la calle San Francisco, con la plancha que utiliza para tratar de evitar que el agua entre en el portal cuando se generan inundaciones.

Paulino Sánchez, en la calle San Francisco, con la plancha que utiliza para tratar de evitar que el agua entre en el portal cuando se generan inundaciones. / F. V.

Cuando el abuelo de Francisco Gayoso llegó a Oviedo desde Luarca para abrir su confitería de la calle San Francisco la bautizó como Rialto, pero jamás se habría imaginado que ese nombre tan veneciano iba a ajustarse al paisaje que se genera en este punto de la ciudad cada vez que llueve con la intensidad que lo hizo la tarde del pasado martes. "Una vez más el agua nos llegaba por encima de los tobillos. Siempre ocurre en estas ocasiones. Esta calle es como una balsa a la que va a parar todo lo que cae desde el Campo San Francisco y la parte alta de Oviedo", explica Gayoso, que todos los años soporta inundaciones como las que también se registran en zonas como la parte baja de Hermanos Pidal, Cerdeño o la misma calle Uría.

Coches en medio del «lago» que se formó en Hermanos Pidal tras las fuertes lluvias del pasado martes. | LNE

Coches en medio del "lago" que se formó en Hermanos Pidal tras las fuertes lluvias del pasado martes. / LNE

Francisco Gayoso tiene tan asumida la situación que incluso cuenta con una especie de dique que coloca en la puerta de su negocio cada vez que el agua cubre por completo la calle San Francisco. "Es similar a los que se utilizan en Venecia. Está anclado a la pared para que el agua no se lo lleve cuando pasan los coches y se generan olas. Hemos tenido veces de tener el agua por las rodillas y a los clientes atrapados dentro de la confitería sin poder salir y con la tienda completamente inundada", señala.

El resto de negocios y edificios de la zona también han tenido que inventarse soluciones para luchar contra las inundaciones. Paulino Sánchez, el portero del bloque de oficinas del número 13 de San Francisco, coloca a la entrada del portal una pantalla de metacrilato de casi medio metro de altura cada vez que llueve con intensidad en Oviedo. "No sólo se inunda la calle, también los bajos, los sótanos, los portales, los negocios... El Ayuntamiento tiene que hacer algo para solucionar esto", señala el hombre, que dice conocer la raíz del problema. "Por un lado los sumideros siempre están llenos de porquería y somos los propios vecinos los que tenemos que limpiarlos, pero eso no es lo peor. Da igual que haya mil alcantarillas, lo que pasa es que el colector es muy pequeño y cada vez que llueve un poco fuerte se desborda", afirma. "Lo que necesitamos es, por lo menos, que lo hagan más ancho. Es una obra importante y supone dinero, pero también va a ser caro ampliar las aceras de la avenida de Galicia y van a hacerlo. Nosotros pensamos que es más importante arreglar antes un problema tan serio como este", dice.

Lo mismo piensa Cristina Álvarez, la propietaria de la farmacia de la calle, que también tiene una pantalla de metacrilato para contener el agua cuando azota la tormenta. "Llevo aquí tres años y ya me entró el agua en la farmacia en tres ocasiones. Estamos cansados", señala. "Cuando ocurre esto tenemos que cerrar y, por lo tanto, perdemos clientes. Además se nos estropea todo. Tenemos que tener unos buenos seguros", añade.

En la zona de Hermanos Pidal ocurre algo similar. Aunque las tormentas afectan principalmente a la carretera, donde se forman "lagos" como el que provocó retenciones el pasado martes, el agua también entra en los negocios. "Oviedo es una ciudad en cuesta y llena de terrazas y nosotros estamos en el punto bajo. En esta ocasión el agua nos llegaba al mostrador. Tenemos que poner toallas en la puerta para contener", dice Manuel Valle, el propietario de una farmacia de la calle. Otra de las "Venecias" de Oviedo cuando llueve fuerte es la zona de Cerdeño. "Ayer –por el martes– el agua llegó al bordillo, pero por suerte no entró al local. No obstante ya estábamos muertos de miedo porque en otras ocasiones se nos llena de agua", asegura Adrián Méndez, el propietario de un bar de este punto de la ciudad.

El Ayuntamiento, por su parte, le quita hierro al asunto. "La red de alcantarillado y los sumideros de la ciudad están sometidos a una limpieza y mantenimiento constante, prueba de ello es que si hay una tromba de agua excepcional como la del martes –14,2 litros por metro cuadrado– el agua acumulada desaparece en minutos y no acarrea más problemas que los de un momento puntual", señalan fuentes municipales. "Hay algunos puntos más sensibles, como Hermanos Pidal o Cerdeño, en los que se está valorando la posibilidad de acometer alguna actuación de saneamiento en el subsuelo para corregir algunos defectos estructurales que se han detectado", añaden.

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