Domingo por la mañana. Sentado en el césped de los Jardines de la Rodriga, en Oviedo, rodeado por esa vegetación abrumadora, situado entre caminos que parecían la maqueta a escala de una carrera ciclista, con el escenario a mis pies, el público variopinto, la estética tan cuidada y tan popi del festival Vesu; con mi chica, pizza y cañita, llegué a preguntarme si ese cielo encapotado, que maridaba tan bien con la estética gótica del parque y contrastaba con los tonos pastel marca del festi, no sería parte del atrezzo. "Quizá esta gente que organiza esta movida, que cuida tanto los detalles, han llegado al extremo de crear un fenómeno meteorológico acorde con la imagen que quieren dar...". Esta epifanía tuvo lugar durante el cierre del Vesu 2024, una nueva matiné de programa doble, gratis y accesible en la que se llegaron a juntar, literalmente, niños recién nacidos acompañados por sus padres con niños de 90 acompañados por sus nietos. Un juego intergeneracional lleno de encanto.
Abrieron el escenario "Las Dianas" con todo el irreverente descaro que fueron capaces de generar. Representan todo aquello que tiene que ser un grupo pop. Son amigas y eligen divertirse, diferenciarse y dar rienda suelta a su creatividad montando una banda. No se puede ser más joven, ni más valiente, ni tener más ganas de comerse la vida a mordiscos. Lo hacen con tanta fe y talento natural que se ven inmersas en una espiral de viajes, conciertos, diversión y aventuras que están exprimiendo al máximo. Vienen de Granada, quizá la escena indie más prestigiosa de España, abanderando una nueva forma de entender el punk. Versos gamberros sobre mujeres poderosas que tienen las ideas claras. Nos hicieron bailar todo el rato y sus canciones más visibles, "Hetero", "Leggins rotos" o su versión de "Me voy" de Julieta Venegas, pusieron a cantar a su público en un final de concierto frenético.
Rocío Saiz trajo una propuesta más madura, consecuencia de una carrera larga sobre sus espaldas, pero igual de motivada, de comprometida, y con un discurso sobre la diversidad muy marcado dentro de su propuesta. Abanderada de varias causas, también lo quiso ser, en esta ocasión, del sentimiento de emoción de una ciudad que respiraba oviedismo el domingo por la mañana y se puso la camiseta del Real Oviedo para su concierto. A partir de ahí, en permanente alegato en favor de la libertad, la individualidad y la autosuperación, repasó junto a sus fieles sus himnos urbanitas y madrileños, en contraste, una vez más, con el verde esplendor del espacio. Acabó convirtiendo toda la plaza en su escenario, bailando con todos, levantando los brazos con ellos, gritando al cielo porque es "Guapa y lista", como su canción, y recordándonos aquello de que "Puedes contar conmigo", como la de "La Oreja de Van Gogh".
Qué gran acierto este escenario de la Fundación Municipal de Cultura en el festival de indie-pop Vesu. Ya estoy deseando volver a los Jardines de la Rodriga. Qué gran conquista popular.