Entrevista | Juanjo Barral Escritor, publica "El libro de los ensayos"

"El humor es un bote salvavidas maravilloso que nos ayuda a no naufragar"

"Ese milagro de la creación que tenemos los seres humanos es una inmensa fortuna"

Juanjo Barral

Juanjo Barral / Irma Collín

Lauren García

Lauren García

Nada más empezar a charlar, Juanjo Barral recalca lo "privilegiado" que se siente por ser escritor, como adherencia a la respiración. Después de mirar a ambos lados y tomarse tiempo acaba de parir "El libro de los ensayos", un compendio de vivencias, poemas, cuestiones literarias y musicales y otros temas que acechaban su azarosa mente, todo ello ilustrado por Gallota. Ese privilegio y licencia de "hacer lo que te apetezca" se plasma en esta obra definitoria, que es complemento de la vida. La conciencia y el aplomo de escritor le bastan para encarar lo que sea con palabras. Hoy lo presenta, a las 19.00 horas, en el espacio cultural El Manglar.

–¿Es el libro una unidad que siempre quiso conseguir frente a las divergencias?

–Hace tiempo que me tentaba un proyecto así, la verdad. A mediados de los noventa, en unos encuentros de editoriales independientes en Punta Umbría (Huelva) descubrí la poesía visual, el mail-art, y también los "container", que eran cajas de distintos formatos en los que tenían cabida obras de creación literaria y plástica: dibujo, fotografía, collage… Todo era ponerse. "El libro de los ensayos" es una especie de cofre donde conviven poemas, relatos, aforismos, ensayo... que son géneros que ya había trabajado por separado. El proyecto parte de la idea de que el ensayo es un género, pero todo acto de creación no deja de ser un ensayo. De ahí lo ambiguo del título.

–Imágenes, ilustraciones de Gallota,una composición gráfica excelente. ¿Qué efecto ha buscado para impregnar el libro?

–Me alegro de que le haya causado esa impresión. Cuando solicité a Gallota su colaboración yo ya tenía cerrado el contenido, que incluía fotografías, además de los textos. Y cuando Gallota me mandó la primera prueba del trabajo que estaba haciendo quedé muy sorprendido, porque no me esperaba que se involucrara hasta ese punto en el proyecto, ilustrando todos y cada uno de los textos, y de manera tan sugerente. Él ya había colaborado conmigo en proyectos anteriores. En esta ocasión su trabajo engrandece y embellece de manera extraordinaria el libro. Porque Gallota es un maestro de la ilustración.

–Hay recuerdo, nostalgia, humor, ironía, realidad, historia, lírica…

–Así es. El libro rescata múltiples y diferentes episodios de mi vida, en ese sentido tiene un componente autobiográfico. Y a veces trata de lo que pienso: sobre el oficio del periodismo, el mundo del trabajo, la salud, el feminismo, las guerras… Aunque también hay relatos de ficción, y en ocasiones costará distinguirlos. En cuanto al humor, es un maravilloso bote salvavidas que nos ayuda a no naufragar.

–¿Es también un alegato a la libre creación?

–Como escritor siempre me ha interesado probar, experimentar, avanzar por donde no había ido antes. Lo maravilloso de la creación es, precisamente, que no sabes a dónde te va a acabar llevando. He tenido la suerte de publicar novelas, libros de relatos, poesía… Y los límites, si quieres ponértelos, te los marcas tú. La literatura también me ha enseñado otra cosa muy importante, extensible a la vida: que no pasa nada por fracasar en un intento, que si el poema no funciona, te puedes poner con otro. Lo importante es no perder nunca el amor por lo que haces, el placer por inventar algo –y lo digo con toda humildad– que no existía antes. Ese milagro de la creación que tenemos los seres humanos es una inmensa fortuna.

–La estructura del libro puede dejar asombrado al lector. ¿Cómo lo ha abordado en base a los propósitos que abordaba el libro?

–No fue fácil. Al final, cuando ya tenía elaborados los más de ciento veinte contenidos (entre los que se incluyen también guiones para televisión o entradas para un diccionario de humor) lo que hice fue preparar unas fichas con las características de cada uno. Luego busqué un orden en el que hubiera una cierta coherencia temática y al mismo tiempo alternaran los distintos registros literarios. No obstante, el libro tiene un punto imprevisible que me encanta (también gracias a Gallota) porque no sabes qué te vas a encontrar en la página siguiente. De hecho el libro comienza con un poema sobre un jersey y termina con un ensayo sobre las erratas. Hay algo ahí también de juego, porque el niño que fuimos, tanto Gallota como yo, sigue ahí.

–Hay un lazo poderoso que liga la historia personal a la colectiva y viceversa…

–Nunca me he sentido aislado: en casa éramos cuatro hermanos; la vida en el barrio me encantaba; y de adulto me he involucrado siempre en la sociedad civil: a través de Amnistía Internacional, de Tribuna Ciudadana, con el sindicato o cuando me toca hacerme cargo de la presidencia de la comunidad de vecinos. No concibo la vida de otra manera. Soy quien soy gracias a los demás. Y ese compromiso se traslada a lo que escribo. Por eso en este libro, aparte de ficciones y momentos de humor, también hay ensayos sobre la precariedad laboral o el racismo y poemas que tratan sobre el drama de la emigración.

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