"Ensemble Ars Mundi", puente musical entre generaciones que tiende Asturias

La orquesta de cámara de Yuri Nasushkin celebra hoy con un concierto en Oviedo quince años volcados en "educar y potenciar talentos"

Valeria Zórina, durante una actuación con el "Esemble" el año pasado.

Valeria Zórina, durante una actuación con el "Esemble" el año pasado. / LNE

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Todo empezó hace quince años. El "Ensemble Ars Mundi", joven orquesta de cámara establecida en Oviedo, empezó a componer una "sinfonía" solidaria que hace de la música una alianza irrompible con el arte y la enseñanza. Con la vida. Al frente, un guía de talentos y talantes: el profesor y violinista Yuri Nasushkin. Hoy será un día muy especial para él y para el "Ensemble" porque esos tres lustros de actividad se celebrarán por todo lo alto con un concierto en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo (19.30 horas).

Nasushkin, como director artístico, se siente abrumado por el sentimiento emocional "tan amplio y fuerte" que despierta en él la velada porque, "al fin y al cabo, todos somos padres o profesores". Y el compromiso con la música como escuela vital se hace imprescindible en unos tiempos revueltos en los que "hay que salvar al menos lo salvable, porque no es la mejor época para la cultura. Ni mucho menos para la educación musical. No soy fatalista, ojo, soy realista. La educación es uno de los pilares más importantes de la sociedad con la familia, la medicina, o, para las personas que creyentes, la religión".

La cita de hoy

Y el concierto de hoy renueva esa confianza en la música con un título elocuente. "Ante todo, Música-Diálogo de Generaciones", que cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA, ofrecerá obras de Alfred Schnike, Felix Mendelsohn-Bartholdy, Max Bruch, Eduard Bagdasaryan e Igor Frolov interpretadas por Lidia Stratulat, el propio Nasushkin, Fernando Zorita, Rodrigo Aguilera, Guillermo López, Hayk Arakelyan, Nicolás Ferreras, Jesús Méndez, Eva Pola Czyzéwska-Grylak, Carlota Carrera López, Verónica Makhno y la Orquesta de Cámara del Esemble.

Yuri Nasushkin.

Yuri Nasushkin. / Tino Pertierra

Desde Asturias, siempre y por necesidad casi existencial para Nasushkin: "No quiero que salga el ‘Ensemble’ de aquí. Mi idea es reforzar al máximo la música de cámara como el puente para formar personas, no solamente para tocar juntos, sino para educar en los valores básicos de convivencia, de amistad, de amor, de diálogo entre generaciones. Ahora tocan alumnos de los primeros fundadores del ‘Ensemble’, fíjate. Es mi criatura, mi pequeño hijo espiritual. Y sin pedir nada a cambio, si hay alguna subvención, fantástico, pero si no hay, nadie pregunta por las cosas económicas, es una actividad que enriquece muchísimo, porque el tú a tú se ha perdido, desgraciadamente la gente se siente más y más solitaria. Y como pedagogo no voy a parar mientras pueda con estos empeños, creo que socialmente nos han empezado a respetar, ya no se trata un juego de niños, unos chavalinos que salen al escenario, no, no, son profesionales. Buenos profesionales. Y después de 15 años, se percibe en los que ahora ya no son tan chavalinos ese poso, esa base". Esos nuevos adultos que representan varias generaciones excavan vocaciones y talentos en una cantera musical admirada en toda España. Han sido años de "momentos mágicos", de superar dificultades extremas como la pandemia, contra la que se "respondió inmediatamente aunque fuera con mascarillas, porque sabíamos lo importante de intentar que no hubiera un parón total".

Una trayectoria con solistas muy importantes –no podía faltar Valeria Zorina, tan enraizada con Asturias– que "nos permiten maravillas". Y siempre una prioridad: "Cultivar nuevos valores. Hemos presentado obras de compositores jóvenes que escriben para que su obra no muera en el cajón. Solidaridad, conciertos benéficos y educativos, conferencias... Todo entra en un pequeño laboratorio dominado por la pasión, por la entrega de quienes participan. Decir que no hay dificultades sería mentir. Pero vamos a seguir".

"Se trata", apunta, "de que las nuevas generaciones se sientan necesarias en esta sociedad donde hay muchísima falta de ilusión y frustraciones. La nuestra es una de las carreras más largas: empezamos con seis o siete años y terminamos a los 26, y luego es un drama no poder dedicarse a ella. No puedo permitir que mis alumnos se marchen de Asturias o se sientan frustrados. Si lo permito, qué clase de profesor sería. No, no puedo".